domingo, 10 de mayo de 2015

Felicidades a todas las mamás


¡Muchas felicidades a todas las mamás del mundo!
Gracias por habernos dado la vida, amarnos, alimentarnos y educarnos.
Gracias también a Nuestra Madre Tierra, por darnos todo lo que necesitamos para vivir.

viernes, 1 de mayo de 2015

Yaxché, la ceiba sabia

Yaxche, the Wise Ceiba
Yaxche, the Wise Ceiba

YAXCHÉ, LA CEIBA SABIA -ECOLECCIONES DE LA VIDA-
Autor del texto e ilustraciones: Rolando Tamayo Rodríguez

Derechos Reservados © 2007, Rolando Tamayo Rodríguez.

Queda estrictamente prohibida, sin autorización escrita del titular del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.



¿Qué es la vida?
Un sueño

Déjame contarte un sueño que tuve cuando tenía la misma edad que tú. Soñé que era un niño al que le gustaba atrapar insectos y corretear a los pájaros. En el sueño vi una lagartijita y le aventé tantas piedras que la pobre subió muy asustada a un árbol que había por ahí. También me subí al árbol para perseguirla y la lagartija se refugió en una pequeña grieta del tronco.

—Ya no podrás escapar —le dije a la lagartija, y cuando estaba a punto de apresarla, oí una voz que me decía:

—¿Te gustaría que te hicieran lo mismo?

¡Era la ceiba, el árbol donde estaba trepado, la que me hablaba!, ¿sabes?

Entonces le contesté:

—Pero si es sólo un animal…

—Los animales también sienten porque, al igual que tú, en su cuerpo tienen a Kuxtal (se pronuncia Kushtal), la vida —dijo la ceiba.

—¿Y qué es la vida? —le pregunté.

Kuxtal, la vida (del latín vita), es la capacidad de sentir. Por ejemplo, cuando sientes, puedes ver el Sol, oír el canto de las aves o percibir el perfume de las flores y así tener conciencia de lo que hay a tu alrededor —contestó la ceiba, que por cierto se llama Yaxché (se pronuncia Yashché).

—Todo en el Universo está compuesto de materia, que puede ser orgánica e inorgánica. La materia orgánica es aquella que forma a los seres vivos u organismos, que se llaman así porque tienen órganos, y está compuesta principalmente por carbono (C), hidrógeno (H), oxígeno (O) y nitrógeno (N).

”En cambio, la materia inorgánica es aquella que no tiene órganos y, por tanto, no tiene vida, como el aire, el agua y el suelo, pero es esencial para la vida porque en ella se desarrollan los seres vivos”.

—¿Y cómo puedo identificarlos? —volví a preguntar. Yaxché, la ceiba, me respondió:

—Todos los seres vivos presentan las siguientes características:
  • Tienen células. La célula es la unidad básica que forma a todo ser vivo. Hay organismos unicelulares (de una sola célula) y multicelulares (de muchas células). En estos últimos, las células se agrupan y forman órganos, que son partes del cuerpo que realizan una función determinada, como el estómago, que sirve para digerir los alimentos, o los pulmones, que sirven para respirar. 
  • Metabolizan. Realizan procesos químicos para producir energía y eliminar desechos. Del ambiente toman la energía que necesitan para crecer y desarrollarse; la parte que no necesitan es eliminada en forma de desechos. Por ejemplo, tú eres un ser vivo y necesitas energía para pensar, correr o dibujar. Esta energía la tomas de los alimentos y el aire que inhalas; lo que no necesitas es eliminado cuando exhalas, sudas, orinas o defecas.
  • Responden a estímulos. Son sensibles y reaccionan ante los cambios que ocurren en su ambiente, como la luz, el frío o el calor.
  • Se reproducen. Tienen material genético que les permite procrear descendientes con sus mismas características. Por ejemplo, cuando un árbol deja caer una semillita en la tierra, nacerá una planta de su mismo tipo. Así, esta especie de árbol continuará viva, a pesar de que la planta madre haya muerto.
  • Evolucionan. A través del tiempo se adaptan a las condiciones del medio donde viven. Por ejemplo, a diferencia de otros osos, el pelaje del oso polar es blanco para confundirse con la nieve y poder capturar a los animales con que se alimenta; y sus orejas son más chiquitas, para estar cerca del cuerpo y no perder calor.

—Qué interesante, pero ¿dónde habitan los seres vivos? —pregunté.



¿Dónde está la vida?
En todas partes

Yaxché me dijo que hay vida en cualquier lugar de la superficie de la Tierra; que existen organismos que pueden vivir a 114º C de temperatura, ¡más caliente que el agua hirviendo!, y otros que viven en ambientes de -18º C, ¡tan fríos como el congelador de tu refrigerador!

Después, Yaxché me pidió que pusiera mucha atención a lo siguiente:

—Al grupo de plantas o animales de la misma especie que vive en una misma región se le llama población: una manada de leones es una población de la sabana.

”El conjunto de poblaciones que interactúan entre sí en una misma región se llama comunidad: en una comunidad de la sabana coexisten leones, hienas, cebras y buitres.

”A la suma de relaciones que hay entre las comunidades de una misma región y el medio donde viven se le llama ecosistema (abreviatura de sistema ecológico): en el ecosistema de la sabana africana se interrelacionan todos los seres vivos que habitan ahí (insectos, aves, leones, elefantes, plantas, pastos) con los factores ambientales característicos de esa región (lluvia, calor, tierra, aire y demás).

”Al agrupamiento de ecosistemas de una misma clase se le llama bioma. Los biomas son grandes áreas de nuestro planeta que se distinguen de las demás porque tienen tipos específicos de plantas y animales, además de un clima determinado”.

—¡Me gustaría conocer los biomas! —dije.

Entonces, Yaxché llamó a los karakoes, los guardianes de Nuestra Madre Tierra que nos enseñan ecolecciones para cuidar la Naturaleza y los seres vivos. Después llegaron Ain, la cocodrila, Nikté, la orquídea, y Balam, el jaguar, quienes me llevaron por todo el mundo para conocer los biomas terrestres y acuáticos. Éstos son los que recuerdo mejor:


BIOMAS TERRESTRES

Tundra. Es un bioma muy frío, cuyo suelo (permafrost) está cubierto de hielo casi todo el año. La tundra tiene poca vegetación, como líquenes, musgos, hierbas y flores silvestres. Ahí viven el reno, la foca, el oso polar, la liebre ártica, el lobo gris y el pingüino.

Taiga. Se le conoce también como bosque de coníferas o bosque boreal. Tiene inviernos largos y fríos, veranos cortos y cálidos, y lluvias casi todo el año. Los árboles de estos bosques, como pinos, cipreses, abetos y cedros, conservan sus hojas todo el año. Aquí vive la ardilla, el venado, el jabalí y el zorro plateado.

Bosque templado. También llamado bosque mixto o bosque caducifolio, tiene clima templado y lluvias todo el año. Tiene árboles de hojas anchas que caen en otoño, como encino, roble, nogal y fresno; y árboles de hojas perennes como las coníferas. Aquí vive el castor, el lobo, el alce, el lince, el mapache, el halcón y el cardenal.

Selva tropical. También llamada jungla o bosque tropical, tiene un clima cálido, húmedo y muy lluvioso. Es el bioma con mayor biodiversidad (distintas formas de vida) ya que posee plantas como árbol del hule, caoba, ficus, ébano, ceiba y orquídea; y árboles frutales como papayo, guayabo, cacao y chicozapote, de donde se extrae el chicle; animales como guacamaya, tucán, rana, anaconda, cocodrilo, jaguar, saraguato y tapir.

Pastizal. Tiene clima semidesértico, pocas lluvias y su vegetación predominante son los pastos, matorrales y plantas herbáceas, que son pequeñas y con tallos tiernos.
A los pastizales con clima cálido todo el año se les conoce como sabanas. La sabana africana tiene la mayor concentración de grandes mamíferos del mundo, como el elefante, la jirafa, la cebra, el león y el rinoceronte.
A los pastizales que tienen inviernos fríos y veranos calientes, se les conoce como estepa, pampa, grassland o pradera. Aquí viven el lobo, el puma, el bisonte y el conejo.

Desierto. Es un bioma arenoso o rocoso, muy seco porque casi no llueve. Su clima es extremoso, es decir, o muy caliente o muy frío. Puede tener algunos matorrales, biznagas, cactus y nopales; y animales como el coyote, la víbora de cascabel, el halcón y la lagartija.


BIOMAS ACUÁTICOS

Dulceacuícola. Hay dos tipos de biomas de agua dulce: los lóticos y los lénticos.
  • Lóticos. Son aguas que corren en una misma dirección, como los ríos y arroyos. Ahí habitan peces como la trucha, la lobina y el salmón.
  • Lénticos. Son aguas quietas o estancadas, como charcas, lagos y pantanos. Aquí viven algas, lirios acuáticos, langostinos, charales y bagres.

Marino. Es el bioma más grande de todos, pues ocupa 71% de la superficie de la Tierra. Los biomas marinos, como los mares y océanos, tienen agua salada y se dividen en dos grandes zonas: la nerítica y la pelágica.
  • Zona nerítica: Se encuentra desde la orilla del mar hasta una profundidad de 200 metros. Se caracteriza por el continuo movimiento de las aguas debido al oleaje y a las mareas. Ahí viven algas, pastos marinos, plancton (seres microscópicos que viven en la superficie del agua), esponjas, erizos, pulpos y rayas.
  • Zona pelágica u oceánica. Ésta es la zona que se considera como mar abierto, que está más allá de la zona nerítica. Ahí viven calamares, sardinas, atunes, tiburones, ballenas, cachalotes y delfines.

Al regresar de aquel viaje fantástico, Yaxché me dijo:

—El conjunto de todos los biomas que acabas de conocer forma la biosfera (del griego bios, vida, y sphaira, esfera), que es el espacio de aire, agua y tierra donde está Kuxtal, la vida que existe en nuestro planeta.

—¡Órale! —exclamé —, ¿y cómo empezó todo?



¿De dónde viene la vida?
La creación

—La biología (del griego bios, vida, y logos, estudio) es la ciencia que estudia a los seres vivos, y por supuesto, ¡le interesa investigar cómo surgió la vida! —explicó Yaxché—. La biología nos dice que, hace millones de años, la Tierra era una masa de lava ardiente que, al enfriarse, expulsó gases y vapor de agua que formaron una atmósfera primitiva. Al condensarse, el vapor de agua formó las nubes que produjeron las primeras lluvias y crearon los lagos, ríos y océanos. La presencia de aire y agua permitió surgir a las primeras formas de vida, que eran organismos unicelulares como las cianobacterias (algas verdeazuladas). Posteriormente, muchos de estos organismos se transformaron en multicelulares. Conforme pasaba el tiempo, estos seres se fueron adaptando a las condiciones del medio donde vivían y evolucionaron en muchos tipos, por ejemplo: dinosaurios, plantas, mamíferos y todas las demás especies que conoces.

—¿Cómo sobrevivieron hasta ahora? —pregunté.

—Fue gracias a la reproducción, que es el proceso mediante el cual se generan nuevos seres vivos a partir de los ya existentes —comentó Nikté, la orquídea—. Hay dos tipos de reproducción: asexual y sexual. En la reproducción asexual sólo interviene un individuo, que se subdivide y produce descendientes idénticos al progenitor. En la reproducción sexual existen individuos de diferente sexo: hembras y machos, que producen gametos (células especializadas para la reproducción) femeninos y masculinos respectivamente; aunque también hay organismos que producen los dos tipos de gametos y se les llama hermafroditas. Al juntarse dos células de distinto sexo, mediante la fecundación, se origina un nuevo ser. Estos seres sustituyen a los que mueren y aseguran la supervivencia de su especie.

—¿Cuántas especies hay en la Tierra? —interrogué.

—Actualmente se han registrado poco más de 1.7 millones de especies diferentes, aunque cada año se descubren más —contestó Ain, la cocodrila—. Los investigadores estiman la biodiversidad actual de nuestro planeta en alrededor de 10 millones de especies.

—¡Uy, son un montón! —dije asombrado—. ¿Y cómo las podemos diferenciar?

Entonces, Yaxché intervino:

—De acuerdo con la taxonomía podemos clasificar a los seres vivos, según sus características principales, en cinco reinos:

REINO MONERA. Son los seres más antiguos, como las bacterias. Son los únicos que están constituidos por una sola célula sin núcleo, llamada procariota. Todos los demás seres vivos tienen células con núcleo, llamadas eucariotas.

REINO PROTISTA. Son seres unicelulares en su mayoría, como la amiba y los flagelados, pero también hay algas de gran tamaño.

REINO FUNGI. Son los hongos, los cuales absorben su alimento de otros seres vivos o de materia podrida. Algunos son venenosos y otros comestibles, como el huitlacoche y los champiñones.

REINO VEGETAL. Son especies que no pueden moverse del lugar donde están enraizadas; producen su alimento a partir del aire, la luz solar y el agua mediante un proceso llamado fotosíntesis. Para capturar la energía luminosa usan una sustancia llamada clorofila, la cual les da su color verde. Por ejemplo: musgos, helechos, pinos y plantas con flores, como las palmeras y árboles frutales.

REINO ANIMAL. Son criaturas que no pueden fabricar su propio alimento, sino que deben tomarlo de otros seres vivos. Éstos son algunos tipos de animales:
  • Moluscos: invertebrados (sin columna vertebral) con cuerpo blando, desnudo o protegido por una concha, como el caracol, la almeja y el pulpo.
  • Equinodermos: invertebrados que tienen piel espinosa y no se distingue bien el frente de la espalda, como los erizos marinos y las estrellas de mar.
  • Artrópodos: invertebrados que poseen un exoesqueleto (esqueleto externo), cuerpos y patas articuladas. Este grupo incluye a los insectos, que tienen tres pares de patas y muchos poseen alas, como la hormiga, el escarabajo y la mariposa; los arácnidos, que tienen cuatro pares de patas, como la araña, el escorpión y la garrapata; los miriápodos, que tienen muchos pares de patas, como la tijerilla, el ciempiés y el milpiés; y los crustáceos, que tienen caparazón y dos pares de antenas, como el cangrejo, el camarón y la cochinilla.
  • Cordados: son los únicos animales vertebrados (con columna vertebral). En este grupo están los peces, cuyo cuerpo es liso o cubierto de escamas, y tienen aletas porque viven en el agua, como el tiburón, la sardina y la carpa; los anfibios, que al nacer respiran bajo el agua y de adultos respiran en el aire, como la rana, la salamandra y el ajolote; los reptiles, que tienen la piel dura y cubierta de escamas, como la serpiente, la tortuga y el cocodrilo; las aves, que tienen pico, alas y plumas, como el avestruz, el pato y el águila; y los mamíferos, que en su mayoría tienen pelo, y sus hembras amamantan (dan leche) a sus crías, como el caballo, la ballena y el ser humano.

—¿A poco el ser humano es animal? —cuestioné.

—Así es —aclaró Balam, el jaguar—. ¡Además tiene un gran parentesco con los simios! Tanto el hombre como los simios tienen poco pelo en la cara; manos y pies con cinco dedos y uñas planas, en vez de garras; dedos pulgares que les permiten agarrar las cosas; y dos glándulas mamarias en el pecho. Aproximadamente 98.7% de tus genes (partículas que condicionan los caracteres hereditarios) es igual al de los chimpancés; 97.7% al de los gorilas y 96.4% al de los orangutanes. Incluso, ¡puedes recibir una transfusión sanguínea de un chimpancé que tenga tu mismo tipo de sangre!

—¡Increíble! —exclamé—. Pero, ¿para qué tenemos a Kuxtal, la vida?



¿Para qué nos sirve la vida?
La misión de Kuxtal

—La vida es el espacio de tiempo que te da la Naturaleza para cumplir tu misión —dijo Yaxché—. Por ejemplo, la misión de las mariposas es volar hacia las flores y depositar el polen que han recogido de otras flores para que puedan dar frutos. Como premio a su trabajo, las flores ofrecen néctar a la mariposa para que se alimente.

—Las plantas reciben muchos nutrientes de la tierra y a cambio nos dan a los animales el oxígeno que necesitamos para respirar —comentó Balam.

—Los animales toman su alimento de las plantas y abonan el suelo con sus excrementos que, a su vez, proporcionan nutrientes a las plantas —mencionó Nikté.

—Algunos animales se convierten en alimento de otros animales, para que no haya demasiados y se altere el equilibrio natural —explicó Ain—. Al morir, las plantas y los animales son transformados por los microorganismos en humus, que es la forma en que regresan lo que les ha prestado la Naturaleza.

—¿Por qué son tan distintos los seres vivos? —pregunté.

—Porque necesitan tener diferentes formas, tamaños y tiempos de vida para poder cumplir su misión —aclaró Yaxché—. Fíjate que existen desde seres unicelulares, como las bacterias, hasta árboles gigantes, como las secoyas, que pueden medir más de 100 metros de alto o pesar 2 500 toneladas, ¡igual que 19 ballenas azules!

—¡También hay moscas que viven sólo un día, y pinos que tienen 4 600 años de vida! —agregó Ain.

—¿Y cuál es mi misión? —quise saber.

—¡Hacer tus sueños realidad! —afirmó Yaxché—. Conocerte muy bien a ti mismo para que sepas qué es lo que más te gusta y descubras tus dones, o sea, las cosas que puedes hacer mejor y con mayor facilidad. La Naturaleza proporciona dones a todos los seres vivos, que son las herramientas que te ayudarán a seguir el camino de tu vida.

—¿Cuál es el camino de la vida? —pregunté.

—Los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren —respondió Yaxché—. Desde que nace hasta que muere en su vejez (aunque no todos la alcanzan), el ser humano transita por las siguientes etapas:
  • Periodo prenatal: comienza en el vientre materno, desde el momento de tu concepción (cuando el óvulo de tu mamá fue fecundado por el espermatozoide de tu papá) hasta tu nacimiento.
  • Primera infancia (del nacimiento a los tres años): eras un bebé que dependía totalmente de sus padres y comenzaste a conocer el mundo que te rodea.
  • Segunda infancia (de los 3 a los 7 años): deseabas ser el centro de atención, te interesabas por el juego y en conocer tu cuerpo. También empezaste a convivir con niños de tu misma edad.
  • Tercera infancia o niñez (de los 7 a los 11 años): se incrementan las funciones mentales como la creatividad, el análisis y el razonamiento. También comienzas a descubrir tus gustos y habilidades con juegos y en la escuela.
  • Adolescencia (de los 12 a los 18 años): tendrás cambios externos en tu cuerpo debido a la secreción de hormonas sexuales (estrógenos en la mujer y testosterona en el hombre). A las mujeres les crecen los senos y se les ensanchan las caderas; a los hombres se les ensancha la espalda, les crece vello en el rostro y se les hace grave la voz.
  • Juventud (de los 19 a los 35 años): te plantearás objetivos en la vida y te dedicarás a trabajar en la actividad o profesión que hayas escogido. Buscarás independizarte y conformar tu propia familia. Escogerás pareja y juntos decidirán si asumen la responsabilidad de ser padres.
  • Adultez (de los 36 a los 60 años): en esta etapa lograrás la mayoría de tus metas, donde normalmente el trabajo y la familia son lo más importante.
  • Vejez o senectud (de los 60 años hasta la muerte): es la etapa final de la vida, también conocida como tercera edad. Poco a poco disminuirán tus facultades físicas y, según hayas cuidado tu salud, conservarás tus facultades intelectuales. Tu familia será el centro de tus satisfacciones y logros. Al cumplir tus objetivos, aunque hayas muerto, seguirás viviendo a través de tus obras, la sangre de tus descendientes o sus recuerdos.

Al escuchar esto, se unió al grupo Kin, el karakoe águila a quien le gusta mucho disfrutar la vida, y opinó:

—¡Kuxtal, la vida, es alegría! Por eso festejamos nuestro cumpleaños, para recordar el día en que nacimos. Siempre recordamos con alegría los días en que logramos algo importante para nosotros o para nuestro país.

—También decimos que una persona tiene “mucha vida” cuando siempre está alegre, sonriente y lleno de energía —dijo Nikté.

—¡A mí me da mucha alegría cuando mi mamá me prepara el postre que más me gusta; o cuando mi papá llega del trabajo y voy corriendo a abrazarlo! —dije.

—Para vivir más y mejor debes alimentarte sanamente y hacer ejercicio —aconsejó Ain.

—¡La vida es para disfrutarla! —exclamó Kin—. Pero siempre respetando a la Naturaleza y cualquier forma de vida.

—En efecto, hay que saber vivir —comentó Yaxché—. Por eso debemos valorar a Kuxtal, la vida, en el pueblo o ciudad donde vivamos.



¿Cómo es la vida de las ciudades?
La ciudad nunca duerme

—Las ciudades son un ecosistema humano que, debido al crecimiento de su población, han invadido otros sitios del planeta —dijo Ain—. Esto ha causado que la biodiversidad de los demás ecosistemas se pierda gradualmente.

—La sobrepoblación de las ciudades ha provocado que haya mucho tráfico y ruido, que sus habitantes vivan con mucha prisa y ansiedad en espacios cada vez más reducidos y tengan una mala calidad de vida —comentó Kin.

—¿Qué es calidad de vida? —pregunté.

—Es el grado de satisfacción de las necesidades de las personas —explicó Yaxché—. Entre más necesidades tengas satisfechas, tendrás más bienestar y tu calidad de vida será mejor. Por ejemplo, para satisfacer tus necesidades, debes tener una buena alimentación, educación adecuada, servicios eficientes de salud, hogar digno, familia integrada, lugares para jugar, seguridad en las calles y un ambiente sin contaminación.

—¿Qué es contaminación? —interrogué.

—Es todo aquello que altera la composición del ambiente y daña nuestra salud —contestó Yaxché—. Normalmente pensamos que la contaminación sólo es el deterioro que las actividades humanas han causado al aire, agua o suelo, pero en las ciudades también hay otros tipos.

—Un tipo es la contaminación visual, que tiene que ver con todo lo que nos parece desagradable a la vista y afecta nuestra calidad de vida —dijo Balam—. Por ejemplo, la gran cantidad de anuncios en las avenidas que las afean, nos provocan estrés y dolor de cabeza; pueden distraernos y causar accidentes, principalmente a los automovilistas.

—Otro, las pintas (graffiti) sobre las paredes y los horribles basureros dañan el amor que le tenemos a la ciudad donde vivimos —se quejó Nikté.

—Uno más, la gran cantidad de periódicos y revistas que muestran fotografías morbosas y titulares alarmistas para incrementar sus ventas, sin que les importe degradar el nivel cultural de la gente —dijo Kin.

—Además, muchos videojuegos y programas de televisión no tienen valores y están llenos de violencia, distorsionan la forma de pensar de niños y adultos y alteran su sana convivencia —lamentó Ain.

—En las campañas políticas, miles de mantas y carteles son colocados en puentes y postes sin considerar que tienen un alto costo y son pagados con los impuestos de los ciudadanos —refunfuñó Balam—. ¡Además, afean el ambiente y pronto se convierten en basura!

—Una ciudad con contaminación visual denota la falta de normas adecuadas para la conservación de los espacios públicos y privados —enfatizó Ain.

—¡Y hay autoridades que no se preocupan por el entorno y el tránsito sano por las calles! —concluyó Nikté.

Ya estaba anocheciendo y comenzamos a notar un resplandor en el cielo, por lo que pregunté:

—¿Qué es ese brillo que se ve a lo lejos?

—Es un halo luminoso (o skyglow) que rodea a las ciudades cuando es de noche y se produce cuando las luces de calles y edificios iluminan el cielo —dijo Yaxché—. A este desperdicio de luz que se da por alumbrar lugares innecesarios le llamamos contaminación lumínica.

—¿Qué pasa con este tipo de contaminación? —pregunté.

—No nos deja ver las estrellas y causa problemas a los observatorios astronómicos —afirmó Kin.

—Cuando vamos a dormir, la luz de la calle entra a nuestras casas y no podemos descansar bien —comentó Ain.

—Deslumbra a los animales nocturnos porque están acostumbrados a ver en la oscuridad, y altera sus estrategias de camuflaje y relaciones depredador-presa —dijo Balam.

—Y al producir este exceso de electricidad, ¡las plantas eléctricas y nucleares emiten más residuos contaminantes! —expresó Yaxché.

—¿Cómo podemos evitar este tipo de contaminación? —cuestioné.

De repente apareció volando una lucecita. Era Kokay, la karakoe luciérnaga y dijo:

—Para reducir la contaminación lumínica debemos hacer lo siguiente:
  • Colocar focos únicamente en lugares donde se requieran. 
  • Prenderlos sólo cuando sea necesario, para no desperdiciar energía.
  • Orientarlos hacia abajo y ponerles una pantalla, para que dirijan la luz al suelo y no al cielo.
  • Utilizar focos ahorradores de energía, que no contengan mercurio ni otros metales pesados que contaminen el ambiente.
  • Usar las potencias adecuadas para no deslumbrar, reducir costos de electricidad y disminuir la emisión de contaminantes generados por producir esta energía.

—Claro, evitar la contaminación lumínica no significa quedarnos sin luz, sino utilizarla adecuadamente —dijo Yaxché—. De esta manera ayudamos a que Kuxtal, la vida, no se siga contaminando.



¿Por qué se contamina la vida?
La pesadilla de Kuxtal

Todos hemos oído acerca de la contaminación ambiental en su aspecto físico, como la inversión térmica, el calentamiento global, las aguas negras y la deforestación (explicados en los otros libros de los karakoes), que cada día es mayor a pesar de los esfuerzos que se han hecho por detenerla. En este sueño aprendí que la única manera de disminuir la contaminación física del ambiente es actuar sobre su verdadera causa: la contaminación mental.

—Ésta se genera por ambición, indiferencia e inconsciencia —dijo Yaxché—. La ambición provoca que las personas nunca estén satisfechas; que hagan guerras, exploten irracionalmente los recursos naturales, sometan a los demás a realizar un trabajo denigrante y con poco salario, porque cada vez quieren tener más dinero. La indiferencia es la insensibilidad ante el daño provocado a los demás seres vivos y al ambiente, sin saber que tarde o temprano saldremos perjudicados porque en la Naturaleza todos dependemos de los demás. Por último, la inconsciencia puede hacer que dañemos a otros seres vivos sin darnos cuenta, porque aún no hemos aprendido que los animales y plantas también sienten.

—¿Cómo que las plantas sienten? —cuestioné.

—Así es, sentimos la luz y el calor del Sol para dirigir nuestras hojas o abrir nuestras flores —contestó Nikté—. Algunas plantas, llamadas carnívoras, atraen a los insectos con aromas que les gustan, y cuando los sienten encima, los atrapan para alimentarse de ellos. También hay ciertas plantas conocidas como sensitivas, que repliegan rápidamente sus hojas cuando sienten que las tocan.

”Las plantas de las casas crecemos más bonitas si sentimos el cariño y el cuidado de las personas. Y si sentimos que nos olvidan o no nos quieren, nos ponemos tristes y morimos”.

—Una forma de contaminar a Kuxtal, la vida, son los transgénicos u OMG (Organismo Modificado Genéticamente), porque implantan genes de un ser vivo en otro distinto, creando organismos que nunca habían existido en la Tierra —comentó Ain.

—¿Para qué hacen esto? —pregunté.

—Aparentemente, para que sean más resistentes a las enfermedades y a los herbicidas —explicó Ain—. Para crear los alimentos transgénicos, o “alimentos Frankenstein”, insertan genes de espinacas en cerdos para reducir la grasa de su carne; genes de pez en jitomates para retardar su maduración; o genes de escorpión en maíz, para que desarrolle su propio insecticida.

—¿Y qué pasa si comemos alimentos transgénicos? —interrogué.

—Podrían sucedernos cosas inesperadas e irreversibles —respondió Ain—. Por ejemplo, a unas ratas alimentadas con ciertas papas transgénicas se les redujeron los tejidos cerebrales y se les dañaron varios órganos. También, muchos gusanos de mariposa monarca murieron después de comer hojas contaminadas con polen de maíz transgénico.

—Todavía existen sociedades primitivas que cazan animales con gran respeto —dijo Yaxché—. Hacen una oración para agradecer al espíritu del animal que dio su vida para que ellos puedan comer. En cambio, en nuestra sociedad moderna se ha perdido el respeto por Kuxtal, la vida.

—En la caza y pesca, mal llamadas deportivas, se matan a muchos animales sólo por “diversión”; y el tráfico de especies para las tiendas de animales exóticos (extraños o de partes lejanas) y plantas de ornato (adorno) han puesto a muchas especies en peligro de extinción (que desaparezcan para siempre), como el jaguar, el manatí, la vaquita marina y algunos cactus —dijo Balam, muy enojado.

—En las granjas de cría intensiva se producen animales para aprovechar su carne. A las vacas, ovejas, caballos y cerdos les dan hormonas para que engorden y crezcan lo más rápido posible; a los pollos les cortan parte del pico para que no se lastimen entre ellos, ya que viven amontonados en jaulas muy pequeñas —comentó Kin—. Además, para matarlos, los electrocutan, ahogan o destazan vivos.

”Por esta razón es preferible comer productos orgánicos, que provienen de animales que han tenido una vida tranquila y de mayor libertad. Además, los huevos y la carne de estos animales no está contaminada con antibióticos ni hormonas como los de las granjas de cría intensiva”.

—Millones de animales son víctimas de la moda, pues los matan para hacer abrigos, gorros y estolas con su piel —dijo Ain—. Por ejemplo, para fabricar un abrigo, se requiere la piel de ocho focas bebé, 60 visones o 200 minks. Todos son golpeados cruelmente en la cabeza, estrangulados o despellejados vivos.

—Hay muchas empresas que, “en nombre de la belleza”, ciegan y envenenan animales para probar los ingredientes de sombras para los ojos, lápices labiales, champús y desodorantes —lamentó Nikté.

—En los zoológicos, los animales pierden su libertad y privacidad; la mayoría tiene instalaciones inadecuadas y son sitios horribles para vivir —describió Balam—. Muchos animales son golpeados por sus entrenadores con barras de fierro para que obedezcan de inmediato en sus actuaciones para películas o en los circos.

Luego vino rodando una pelotita que se abrió al llegar a mis pies… Era Iboy, el karakoe armadillo, quien dijo:

—Todos los grupos humanos tienen tradiciones o costumbres que los distinguen y son parte de su cultura. Hay tradiciones que celebran la vida y son dignas de conservarse, como la Navidad, las piñatas o la cena de Año Nuevo. Pero hay otras tradiciones que no debemos mantener porque dañan la vida, como la esclavitud o el machismo (creencia de que el hombre es superior a la mujer).

”En pleno siglo XXI todavía hay tradiciones crueles como la fiesta taurina, donde el único valiente es el toro, porque se enfrenta solo contra una multitud que “disfruta” verlo morir. La tauromaquia no es un arte, porque no es un proceso creativo que enaltece la vida, sino que la humilla; tampoco es un deporte, porque no es una competencia donde los rivales asisten voluntariamente y en igualdad de condiciones”.

—Los niños que pertenecen a una familia que respeta a los animales, tienden a ser cariñosos con ellos cuando son adultos. Según investigaciones acerca de la infancia de asesinos o psicópatas (enfermos mentales), se han descubierto casos de extrema crueldad con los animales —argumentó Yaxché.

—Muchos animales han salvado la vida de gente en situación de peligro. Prestan ayuda a personas ciegas o minusválidas —dijo Balam—. ¡A los perros y gatos les encanta jugar con los niños y también cuidarlos!

—Los animales necesitamos tu amor sincero, y eso significa libertad absoluta, sin jaulas, cadenas o maltratos que hagan triste nuestra vida —comentó Kin.

¡Por eso, los niños debemos aprender a amar la Naturaleza y respetar a todos los seres vivos!



¿Cómo cuidar la vida?
El despertar de conciencias

Al otro día, cuando desperté, recordaba muy bien las ecolecciones que Yaxché y los karakoes me enseñaron mediante este sueño. Aprendí que, en la Naturaleza, todos los seres vivos tenemos una misión que cumplir y todos dependemos de todos. ¡Por eso debemos cuidar y respetar todas las formas de vida!

Para lograrlo, les comparto trece maneras de proteger a Kuxtal, la vida:

1. Cuida las plantas. Evita pisarlas, cortarlas o destruirlas, porque, además de que nos brindan el oxígeno que necesitamos para vivir, ¡las plantas sienten!

2. Para evitar que nuestro planeta se siga deforestando, no compres artículos hechos con madera de árboles de bosques tropicales, ni pinos naturales para celebrar la Navidad.

3. Cuida a tu mascota, edúcala con amor, aliméntala adecuadamente, mantenla limpia y proporciónale un lugar digno para descansar. No la encadenes, la olvides, la maltrates y mucho menos la abandones.

4. Nunca tengas animales silvestres como mascota. Los monos, loros o tortugas sufren porque no están acostumbrados a vivir con el hombre como los perros y gatos.

5. No enjaules a ningún pájaro. Cuando quieras tener o escuchar pájaros, siembra árboles. También puedes colocar comederos y casitas para que puedas verlos desde tu ventana.

6. Rechaza las actividades donde se dañe a los animales por “diversión”, como el toreo, peleas de gallos, caza o pesca “deportivas”. Recuerda que el deporte fortalece la vida, no la destruye.

7. No compres alimentos u objetos que provengan de especies silvestres, protegidas o en peligro de extinción, como huevo de tortuga, prendas de piel de cocodrilo, animales disecados, medicamentos, abrigos de piel y demás.

8. Cuando vayas al campo, respeta a los animales que viven ahí; no los espantes o trates de atraparlos. Practica ecoturismo, que es una manera de conocer muchos lugares naturales sin alterar su flora y fauna.

9. Aliméntate sanamente y practica deporte. Recuerda que de esto depende tu crecimiento y la buena salud que tengas el resto de tu vida.

10. Evita tirar basura en las calles y rayar las fachadas de las casas, para que la ciudad donde vives sea más bonita.

11. Procura vivir en paz con todo el mundo. Respeta y ayuda a los demás, no importa si son de familia rica o pobre, de piel clara u oscura, si hablan otro idioma o tienen otra religión.

12. Para no desperdiciar electricidad, prende la televisión sólo cuando realmente quieras ver algún programa; asegúrate de que la puerta del refrigerador esté bien cerrada y apaga los focos que no estés utilizando.

13. Aprende a conocer tus gustos y habilidades para que puedas escoger la profesión que más te agrade. ¡Entre mejor te eduques, mejor sabrás vivir!

A todos los niños y niñas que sueñan con un mundo mejor para vivir, Yaxché y los karakoes me pidieron que les diera este mensaje:
“Recuerda, no sólo hay que soñar, ¡lucha porque tus sueños sean realidad!”

¡Nos vemos en la próxima eco-aventura!

sábado, 28 de marzo de 2015

Yum Kax, el sembrador

Yum Kax, the Sower
Yum Kax, the Sower

YUM KAX, EL SEMBRADOR -ECOLECCIONES DEL SUELO-
Autor del texto e ilustraciones: Rolando Tamayo Rodríguez

Derechos Reservados © 2007, Rolando Tamayo Rodríguez.

Queda estrictamente prohibida, sin autorización escrita del titular del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.



¿Qué es el suelo?
Una joya sobre la Tierra

Pedro era un muchacho a quien le gustaba mucho visitar las ruinas de las pirámides. Un día, motivado por la curiosidad, removió algunos escombros y encontró un pequeño colgante. Al notar su belleza y que parecía ser de oro, no resistió la tentación de guardarlo dentro de su mochila para llevárselo.

Poco tiempo después, justo cuando salía de aquel sitio, escuchó una voz que decía:

—Pedro, ¿no olvidas algo?

—¿Quién es? —exclamó Pedro, sorprendido.

—Somos Kan y Koy —se oyó al momento en que aparecían dos extraños y simpáticos personajes de baja estatura—. Formamos parte de los karakoes y somos los guardianes de Nuestra Madre Tierra.

—Yo me encargo de cuidar los suelos —dijo Kan, la víbora de cascabel.

—Y yo protejo los sitios arqueológicos —agregó Koy, el mono araña—. Por eso te invito a que devuelvas la joya que te llevas al lugar de donde la tomaste.

—Pero ¿cómo supieron, si nadie me vio? —dijo extrañado Pedro.

—Tenemos la facultad de leer los pensamientos; pero no te preocupes, sabemos que, aunque un poco rebelde, eres buena persona —contestaron los karakoes.

—¡Yo la encontré y no pienso devolverla! —enfatizó Pedro en tono retador.

Los karakoes tenían suficientes poderes para quitarle fácilmente la figurilla a Pedro, pero prefirieron convencerlo de una mejor manera. Entonces, le dijeron:

—Oye, Pedro, ¿qué te parece si devuelves el colgante a su lugar y a cambio te mostramos un tesoro mucho más grande y valioso?

Al escuchar esto, Pedro pensó: “No creo que haya nada mejor por aquí”, y confiado, aceptó:

—Está bien, sólo si me enseñan dónde hay un tesoro más grande, regresaré la joya.

Entonces, los karakoes le dijeron que antes era necesario conocer bien a Lu’um, el suelo o tierra, ¡pues ahí se encuentran grandes tesoros ocultos!

—La palabra “suelo” proviene del latín solum, que significa piso o terreno —comenzó a explicar Kan—. Lu’um, el suelo, es la cubierta superficial de la Tierra, compuesta por partículas sueltas de materia orgánica e inorgánica (parte sólida), agua (parte líquida) y aire (parte gaseosa).

—¿El suelo también tiene agua y aire? —preguntó extrañado Pedro.

—Así es —afirmó Kan—. Un suelo fértil, que es donde puede crecer la mayoría de las plantas, está compuesto por 25% de agua, 25% de aire, 5% de materia orgánica y 45% de materia inorgánica.

—¿Podrías explicarme cómo son estos componentes? —solicitó Pedro.

—¡Claro! —dijo Kan—. La materia orgánica del suelo, como el humus o tierra orgánica, proviene de los residuos de plantas y animales. El humus es materia orgánica descompuesta, o sea, cualquier sustancia vegetal o animal muerta que ha sido transformada por los organismos del suelo. Por ejemplo, cuando cae una hoja o muere un animal, muchos organismos que viven en el suelo, como hongos y bacterias, se alimentan de ella y la convierten en humus, el cual tiene color oscuro y olor a tierra húmeda muy agradable.

—Pero en el suelo también hay materia orgánica que todavía no es humus, como hojas a medio descomponer, restos de insectos o estiércol recién incorporado —agregó Koy.

—La materia inorgánica o mineral del suelo está compuesta por fragmentos de roca que pueden ser de muchos tamaños: desde bloques de varios metros de diámetro hasta partículas microscópicas de polvo —continuó Kan—. Los principales elementos químicos que componen estas partículas son oxígeno, silicio, aluminio, hierro, calcio, sodio, potasio y magnesio.

—¿Y dónde están el agua y el aire del suelo? —preguntó Pedro.

—Entre las partículas sólidas del suelo hay millones de espacios o poros que son ocupados por el aire y el agua —aclaró Kan—. Cuando la tierra está seca, el aire ocupa estos poros; pero cuando llueve, el agua se introduce en ellos y desplaza al aire. Una vez que las raíces de las plantas absorben el agua o ésta se filtra a otros lugares del interior del suelo, el aire ocupa nuevamente esos espacios.

—Ya que me explicaron qué es Lu’um, el suelo, —dijo Pedro, impaciente— ¡vamos a buscar el tesoro!



¿Dónde está el suelo?
Bajo tus pies…

Los karakoes, seguidos por Pedro, se dirigieron hacia una pequeña parcela. Entonces, Kan dijo:

—Para encontrar ese valioso tesoro, será mejor que nos ayude alguien que conoce muy bien los suelos de la Tierra.

Luego, se quitó su gorro-cascabel y de él extrajo unos cuantos granos de ixim (se pronuncia ishim), el maíz, que colocó en los surcos de la tierra. Después, los regó con un poco de agua que brotó también de su gorro-cascabel.

En un instante comenzó a germinar una gran planta y, dentro de ella, como por arte de magia, surgió un ser que llevaba en la mano una coa, o bastón sembrador, y una mazorca de maíz sobre la cabeza. ¡Era Yum Kax (se pronuncia Yum Kash), el señor de los bosques!

—Hola, amigos —dijo Yum Kax—, veo que los acompaña alguien que no ha encontrado el tesoro que hay bajo sus pies… ¡Vamos a ayudarlo!

”Nuestro planeta está cubierto por una capa de roca llamada litosfera (del griego lithos, piedra, y sphaira, esfera). En la parte superior de la litosfera se encuentra la corteza terrestre, que está integrada por continentes, islas y fondos marinos. La corteza terrestre tiene un grosor de aproximadamente 8 kilómetros, cuando está debajo de los mares (corteza oceánica o capa basáltica), hasta 80 kilómetros en los continentes y debajo de las montañas más altas (corteza continental o capa granítica)”.

—Si consideramos que el diámetro de la Tierra en el ecuador, su parte más ancha, es de 12,756 kilómetros, al comparar en escala su grosor, la corteza terrestre es tan delgada como el cascarón de un huevo —ilustró Koy.

—Pues bien, Lu’um, el suelo (capa sedimentaria) se encuentra distribuido sobre la superficie de la corteza terrestre —aclaró Kan.

—¿Recuerdas que la materia inorgánica del suelo está formada por fragmentos de roca de muchos tamaños? —comentó Yum Kax—. Esta variación de tamaños es muy importante ya que, excluyendo a las partículas mayores, como piedras y gravas, las partículas menores (o tierra fina) sirven como depósito de nutrientes y determinan, en gran medida, la capacidad del suelo para almacenar agua.

”Según el tamaño de las partículas del suelo podemos saber si está hecho de arena, limo o arcilla:
  • La arena son partículas de roca de .02 a 2 milímetros de diámetro, que podemos apreciar a simple vista.
  • El limo está formado por partículas de tamaño intermedio entre la arena y la arcilla: de .02 a .002 milímetros.
  • La arcilla, también conocida como barro, posee las partículas más pequeñas, menores a .002 milímetros.

—La mezcla de arena, limo y arcilla determina la textura del suelo —aclaró Kan—. Según la proporción de arena, limo o arcilla que tenga un terreno, los suelos se llamarán sueltos, fuertes o francos. Los suelos sueltos (o ligeros) tienen más arena o limo que arcilla. Los suelos fuertes (o pesados) tienen mayor cantidad de arcilla. Los suelos francos son los intermedios entre los sueltos y los fuertes”.

—¿Y cómo los reconozco? —preguntó Pedro.

—Los suelos con textura arenosa son fáciles de labrar (trabajar la tierra), pero no conservan bien la humedad y contienen pocos nutrientes —describió Yum Kax—. Son granulosos, rasposos, se desbaratan fácilmente y no son pegajosos cuando se mojan. La arena de las playas o los desiertos son suelos arenosos.

”Los suelos con textura limosa retienen la humedad por mucho tiempo; cuando llueve, forman una capa impermeable que no deja filtrar el agua y provoca que a muchas plantas se les pudran las raíces. Cuando están secos son suaves como la harina y cuando están húmedos se sienten pastosos, como el jabón o la mantequilla, y no son pegajosos. Algunos suelos limosos están cerca de las orillas de los ríos o en ambientes marinos.

”Los suelos con textura arcillosa contienen mucha materia orgánica, pero cuando llueve absorben mucha agua, se sienten pegajosos y se encharcan fácilmente; cuando están secos se agrietan, son duros y difíciles de labrar. El fango (lodo espeso) es un ejemplo de suelo arcilloso.

”Los suelos con textura mediana o francos, tienen arena y arcilla en cantidades similares. Son mejores para los cultivos porque tienen las ventajas de la arena (no se encharcan y son fáciles de labrar) y de la arcilla (retienen la humedad y son ricos en nutrientes). Al moldearlos con la mano se sienten suaves como migajón de pan. Los suelos francos se ubican en muchos valles (terreno plano entre montañas) y bosques de pinos”.

—También existe el suelo turboso o turbera, que es una mezcla de tierra con muchas plantas podridas; es muy húmedo, esponjoso y rico en materia orgánica. Las turberas están en terrenos bajos con aguas estancadas —agregó Koy.

—La textura del suelo está relacionada con la fertilidad —dijo Kan—. El tamaño de las partículas del suelo sirve como una red que atrapa el agua y el alimento de las plantas. Entre más pequeñas sean las partículas, como en las arcillas, retienen más nutrientes y agua. Pero también debe haber partículas grandes, como arenas y limos, para que el agua y el aire puedan circular dentro del suelo.

—Ya ha pasado mucho tiempo y aún no he visto nada —protestó Pedro.

—Calma, Pedro —dijo Kan—. Sólo es cuestión de paciencia para que descubras el gran tesoro que hay en el suelo.

—¡Bah! —replicó Pedro—. ¡Si no estuviera el suelo, ya lo habríamos encontrado!, ¿por qué existe el suelo?



¿De dónde viene el suelo?
Sólo piedras

—Hace millones de años, Lu’um, el suelo, no estaba sobre nuestro planeta —explicó Yum Kax—. La superficie de la Tierra estaba formada por piedras. A través del tiempo, la acción del agua, el aire y el calor fueron fragmentando estas piedras en porciones cada vez más pequeñas hasta deshacerlas y convertirlas en la tierra fina que conocemos como suelo.

Por momentos, Pedro se distraía para pensar dónde encontraría ese gran tesoro. Al verlo, Kan le contó algo interesante:

—¿Sabías que, aunque parece inmóvil, el suelo donde estamos parados se mueve varios centímetros cada año? Las inmensas placas que forman la corteza terrestre se desplazan continuamente y chocan entre sí, causando levantamientos, hundimientos, terremotos o erupciones volcánicas que modifican el relieve de la Tierra y forman montañas y mares.

Entonces, Pedro quiso explorar un monte cercano y, durante el trayecto, Yum Kax continuó su explicación:

—En la formación del suelo intervienen varios factores: la roca madre, el clima, los organismos, el relieve y el tiempo:
  • Roca madre. Es la superficie de la corteza terrestre que no ha sido modificada por la acción de los organismos.
  • Clima. Es el conjunto de fenómenos como temperatura, lluvias, nubosidad, viento o incidencia de rayos solares que caracteriza a cada región de la Tierra.
  • Organismos. Son los seres vivos que habitan en la superficie del suelo o dentro de él, como pastos, árboles, hongos, algas, insectos, lombrices, topos y demás.
  • Relieve o topografía. Es el conjunto de elevaciones y hundimientos en la superficie del terreno: cumbres, valles o barrancas.
  • Tiempo. Durante miles de años, la roca se va desmoronando hasta formar partículas cada vez más pequeñas: primero, arenas; luego, limos; y, por último, arcillas. Después, las arcillas se compactan y se convierten otra vez en roca para iniciar un nuevo ciclo.

—Yum Kax, ¿podrías decirme cómo se forma el suelo, para enseñarles a mis compañeros de la escuela? —solicitó Pedro.

—Por supuesto —dijo Yum Kax—. Pon mucha atención:

La formación del suelo (o edafogénesis) se desarrolla a través de tres fases:
  • Primera fase. Cuando el agua de lluvia o de las corrientes superficiales se infiltra en la roca madre, la revienta y produce una capa de fragmentos rocosos llamada regolito.
  • Segunda fase. Entre las grietas del regolito penetran muchos microorganismos que forman una capa de desechos orgánicos parcialmente descompuestos llamada suelo esquelético, donde pueden nacer hierbas y pequeños arbustos.
  • Tercera fase. Las tierras más finas y el agua continúan infiltrándose entre los fragmentos rocosos y los empujan hacia la superficie. Después de miles de años de intercambio continuo entre las distintas capas, el suelo esquelético se convierte en suelo evolucionado, donde pueden crecer árboles más grandes.

—¿Qué les parece si excavamos el suelo para que Pedro pueda conocerlo a profundidad? —propuso Yum Kax.

—Buena idea —dijeron todos al unísono. Y Pedro agregó, entusiasmado:

—¡Seguramente habrá muchos tesoros debajo de la tierra!

Yum Kax comenzó a picar varias veces el suelo con su coa, y de esos pequeños agujeros emergieron picos y palas para todos.

—Hagamos un corte de aproximadamente dos metros de hondo para ver el perfil del suelo, que va desde la parte más superficial hasta la más profunda, donde está la roca madre —indicó Yum Kax.

Al escarbar, Pedro notó que en el perfil del suelo había capas de distintos colores, con partículas de tierra y piedras de muchos tamaños.

—A estas franjas se les llama horizontes —explicó Yum Kax— y nos muestran los procesos de formación del suelo, o sea, su edad:
  • El horizonte O es la capa superficial, compuesta por humus y hojas secas.
  • El horizonte A es la porción de tierra cultivable, formada por humus, organismos vivos y minerales.
  • El horizonte B corresponde al subsuelo, donde se acumulan minerales y la arcilla que proviene de la capa superior (horizonte A).
  • El horizonte C está formado por fragmentos rocosos que provienen de la roca madre.
  • El horizonte R es el más profundo, donde se encuentra la roca madre que origina todos los suelos.

—¿Por qué hay suelos de varios colores? —preguntó Pedro.

—Porque tienen diferentes cantidades de minerales y materia orgánica —contestó Yum Kax—. Normalmente, los suelos oscuros son más fértiles que los claros. Los suelos negros tienen mucho humus, o también humedad excesiva. Los suelos con óxidos de hierro son rojizos si están bien aireados, o amarillentos si tienen aireación regular. Los suelos de color gris poseen poco oxígeno o hierro, o mucho calcio.

—Recuerda, cada región de nuestro planeta tiene suelos diferentes según el tipo de roca de donde surgió y los factores que lo han modificado —agregó Koy.

Al terminar esta ecolección, Pedro continuó cavando durante largo rato pero, al no hallar lo que deseaba, refunfuñó:
—Tanto escarbar para no encontrar ningún tesoro, ¡sólo piedras que no sirven para nada!



¿Para qué nos sirve el suelo?
La siembra de conciencia

—A pesar de ser una cubierta muy delgada, Lu’um, el suelo, es esencial para la vida en tierra firme —dijo Yum Kax—. Es el medio donde nacen y crecen las plantas, se sostienen con sus raíces y toman agua y alimento. Si no existiera el suelo, tampoco habría plantas y, sin ellas, ni nosotros ni el resto de los animales podríamos vivir.

Lu’um, el suelo, es un ambiente vivo: se estima que en un metro cúbico de suelo fértil hay cerca de mil millones de organismos. Muchos animalitos como lombrices, cochinillas, escarabajos, hormigas, topos y ratones escarban, airean y enriquecen el suelo. Además, diferentes microorganismos como algas, hongos y bacterias descomponen la materia orgánica en minerales que los árboles y las plantas necesitan para alimentarse”.

El grupo se internó en la selva y le pidió a Nikté, la orquídea, que los acompañara para ayudar a Pedro a descubrir el tesoro que hay en el suelo. Como ella se encarga de cuidar a la vegetación, comentó:

—El humus proporciona nutrientes que hacen que las plantas crezcamos más hermosas y saludables. La tierra orgánica aumenta la porosidad del suelo y permite que el agua y el aire circulen mejor, para que nuestras raíces crezcan robustas y nos enfermemos menos.

Poco a poco, Pedro se iba interesando más y preguntó:

—¿Cuáles son los nutrientes que necesitan las plantas?

—Necesitamos nitrógeno (N), fósforo (P), potasio (K), calcio (Ca), magnesio (Mg) y azufre (S), entre otros —contestó Nikté—. Si cualquiera de ellos nos falta, crecemos raquíticas. Por ejemplo, si tenemos suficiente nitrógeno, nuestras hojas estarán muy verdes; si nos falta, estarán amarillentas. Si tenemos fósforo en cantidad adecuada, nuestras raíces y tallos serán fuertes; si no, los tendremos débiles y nuestras hojas inferiores estarán rojizas. Con potasio seremos más resistentes a las enfermedades; pero, si nos falta, los bordes de nuestras hojas se verán como si estuvieran quemadas.

—¿Y cuáles nutrientes necesitamos las personas? —cuestionó Pedro.

—En tu cuerpo tienes casi los mismos minerales que forman el suelo —afirmó Koy—. Tus huesos contienen calcio y fósforo, en la sangre tienes hierro, el magnesio ayuda a que funcionen bien tus músculos y articulaciones. La carencia o el exceso de alguno de estos minerales puede causarte molestias y enfermedades como raquitismo, debilidad, osteoporosis, entre otras. Debido a que continuamente los eliminas en la transpiración (sudor), la orina, lágrimas y otras secreciones, debes restituirlos por medio de los alimentos. La leche y el queso son excelentes fuentes de calcio. El hígado y los huevos contienen hierro. El magnesio se encuentra en verduras, cereales y pescado.

—Si tomas alimentos con suficiente cantidad de minerales, serás más resistente a las enfermedades y conservarás tus facultades físicas y mentales cuando tengas edad avanzada —aconsejó Kan.

—Gracias al suelo, el hombre puede desarrollar la agricultura al cultivar frutas, verduras, cereales y demás alimentos —comentó Yum Kax—. El suelo es indispensable para realizar actividades como la ganadería, la silvicultura (cultivo y explotación racional de los bosques) y la minería (explotación de minas o yacimientos de minerales).

—A ver, Pedro —dijo Nikté—, ¿para qué otras cosas crees que nos sirve el suelo?

—Mmm, sobre el suelo pasamos casi todo el tiempo y realizamos la mayoría de nuestras actividades; nos transportamos de un lugar a otro, hacemos deporte, nos divertimos, jugamos, descansamos ¡o disfrutamos del paisaje, como ahora! —contestó Pedro.

—¡Ja, ja, ja! muy bien dicho, Pedro —dijo Yum Kax—. El hombre ha construido casas, edificios, industrias, carreteras, grandes ciudades y muchas otras obras de ingeniería no sólo sobre la tierra, sino también dentro de ella.

Ya era mediodía y todos tenían hambre. Entonces acordaron que cada quien iría por diferentes partes para recolectar algunos frutos y reunirse después para comer.

En eso, Pedro pasó por una mina abandonada que había por ahí y, sin medir las consecuencias de no llevar lámpara ni equipo adecuado, se internó con la idea de encontrar algunas piedras preciosas. Como estaba muy oscuro y húmedo, a los pocos metros resbaló y cayó dentro de otro túnel, se golpeó la cabeza y quedó inconsciente.

Yum Kax y los karakoes notaron su ausencia y comenzaron a buscarlo por todas partes. Afortunadamente, Sinik, la amiga hormiga y Lukum, la lombriz feliz, los ayudantes de Yum Kax en la tarea de airear el suelo, se dieron cuenta y les avisaron oportunamente. Y pronto Pedro fue rescatado.

Nikté le aplicó una cataplasma (masa medicinal espesa) de barro y hierbas que, en pocos minutos, curó totalmente sus heridas y logró levantarse con algo de dificultad. Pedro, muy apenado, agradeció que lo hubieran salvado y pidió disculpas por su comportamiento.

—Espero que este accidente te haya ayudado a reflexionar, Pedro —dijo Yum Kax—. Cada vez que el hombre desea obtener de la tierra más riquezas de las que necesita, padecerá las consecuencias.



¿Cómo es el suelo de las ciudades?
Suelo pobre, pobre suelo

Después de comer y esperar a que Pedro se recuperara un poco más, se dirigieron hacia una ciudad para buscar el tesoro. Durante el trayecto, Yum Kax prosiguió con su explicación:

—El hombre necesita vivir en sitios donde haya agua y pueda obtener sus alimentos. Por eso, la mayoría de los asentamientos humanos comenzaron sobre suelos fértiles. Con el paso del tiempo y el incremento de su población, las pequeñas comunidades se han convertido en ciudades. Sin una planeación adecuada, la mayoría de las ciudades ha crecido encima de los suelos más fértiles y los han empobrecido.

—¿Qué es el empobrecimiento del suelo? —preguntó Pedro, intrigado.

—Es cuando un suelo deja de ser fértil porque pierde mucha materia orgánica y mueren los organismos que liberan los nutrientes para las plantas —aclaró Nikté.

—¿Cómo compruebo si un suelo tiene materia orgánica? —preguntó Pedro.

—Vierte un poco de agua oxigenada (H2O2) en el suelo —dijo Kan—. Si hace burbujas, quiere decir que tiene materia orgánica; si no, el suelo es pobre en materia orgánica.

—¿Por qué se empobrece el suelo? —interrogó Pedro.

—En las ciudades, el asfalto de las calles y las construcciones de concreto cubren, sobrecalientan y no permiten respirar al suelo. La excesiva extracción de agua lo reseca y las aguas residuales de las casas y las industrias lo contaminan —respondió Kan.

—En el campo, el suelo se empobrece por compactación, erosión, monocultivo y deforestación —puntualizó Yum Kax.

”La compactación del suelo sucede cuando se tapan los huecos que hay entre sus partículas y mueren los organismos que viven ahí porque se quedan sin aire. Las prácticas que compactan al suelo son las quemas agrícolas, porque las cenizas tapan los espacios de aire que hay en la tierra; el sobrepastoreo, que es cuando muchos animales pastan en un terreno y hacen que la tierra se apriete; y el uso excesivo de maquinaria agrícola, que aplasta la tierra y las plantas ya no pueden crecer”.

—Es cierto —agregó Pedro—. ¡Me he fijado que en lugares donde se pisa seguido ya no crecen plantas!

—La erosión sucede cuando un suelo no está protegido por hierba, pasto o cualquier otra cubierta —continuó Yum Kax—. Entonces, la fuerza del viento o del agua remueve la capa de arriba, que es la que tiene más nutrientes, y así se va empobreciendo.

”El monocultivo es cuando se siembra un mismo tipo de planta en un terreno. Si siembras durante mucho tiempo maíz, el suelo se empobrece porque, al no sembrar otro tipo de planta, no le permites recuperar los nutrientes que alimentan al maíz.

”La deforestación es cuando se destruyen bosques y selvas para obtener madera, terreno para cultivos agrícolas y cría de ganado, construir ciudades y carreteras o por los incendios forestales, entre otras cosas. Este problema sucede, por ejemplo, cuando grupos de campesinos talan alguna región del bosque para cultivarla. Al poco tiempo, el suelo se empobrece por la práctica del monocultivo y los campesinos lo abandonan para buscar otros terrenos. Entonces, el suelo sirve como zona de pastoreo, donde los animales terminan con la poca vegetación que queda. Al no tener plantas, el suelo se erosiona y se convierte en desierto”.

—¿Cómo evitamos el empobrecimiento del suelo? —preguntó Pedro.

—Lo mejor es mantener su cubierta vegetal —explicó Yum Kax—. Las raíces de pastos y árboles se sujetan al suelo y lo retienen a la vez. Sus hojas, ramas y troncos amortiguan el viento y la lluvia, y evitan que arrastren el suelo hacia otros lugares. Además, el follaje de los árboles filtra los rayos solares y le permite al suelo conservar mejor la humedad. Por eso, un suelo arbolado es más fresco y fértil que uno desértico o uno de ciudad, que recibe demasiado calor por el concreto de las calles y edificios.

—Para que no se compacte, debemos evitar que el ganado lo pisotee mucho, no usar el tractor excesivamente y nunca quemar los residuos de las cosechas —comentó Kan.

—¡Y no cultivar siempre lo mismo para no agotarlo! —añadió Koy.

—Otra excelente manera de enriquecer el suelo es alimentarlo con abono orgánico, también llamado composta —dijo Yum Kax.

—¿Qué es la composta? —quiso saber Pedro.

—Es una mezcla que podemos hacer con todo tipo de restos vegetales (hojas, flores, varas, rastrojos), residuos de comida (cáscaras de fruta y verdura, cascarones de huevo, sobras de guisados) y excremento de animales para que hongos, bacterias, lombrices y demás organismos la descompongan y transformen en humus o tierra orgánica, que mejora la fertilidad del suelo —describió Yum Kax.

—Se complican mucho —dijo Pedro—. Si le agregamos un montón de fertilizantes químicos, ¡acabamos con el problema!

—El problema no es el suelo… —dijo muy serio Yum Kax.



¿Por qué se contamina el suelo?
Sin con-suelo

—Cada año, las actividades del hombre generan miles de toneladas de desechos industriales, radiactivos, sanitarios, agrícolas, domiciliarios y restos de materiales de construcción —dijo Yum Kax—. Algunos desechos son orgánicos, o sea, biodegradables, y pueden ser descompuestos por los microorganismos en poco tiempo. Pero la mayoría de residuos son inorgánicos, no biodegradables, tóxicos y durables.

”Los contaminantes no biodegradables provienen, en gran parte, de las industrias: algunas pilas contienen mercurio, el cual provoca disminución auditiva y visual, e incluso la muerte; muchas pinturas son fabricadas con plomo, un metal que daña al cerebro, hígado y riñones; los derrames de petróleo impermeabilizan el suelo y asfixian a los seres vivos que habitan ahí; el PVC (cloruro de polivinilo), un plástico usado en tenis, tarjetas de crédito y ciertos juguetes, desprende gases muy venenosos al incinerarse; el unicel (poliestireno), los pañales desechables y las toallas sanitarias tardan 500 años en degradarse”.

—¿Se usan sólo unas horas y tardan tanto en descomponerse? —reflexionó Pedro.

—Eso no es todo, en la agricultura se emplean fertilizantes, insecticidas y otros agroquímicos para producir mayor cantidad de cosechas, sin tomar en cuenta que intoxican los alimentos, el suelo y los mantos acuíferos, y a las plantas nos debilitan y exponen a plagas y enfermedades —argumentó Nikté.

—El DDT (diclorodifeniltricloroetano) es un insecticida muy tóxico que tarda mucho en degradarse y provoca cáncer —objetó Kan.

—Los riegos mal aplicados y el exceso de fertilizantes causan la salinización del suelo, con lo que las plantas perdemos nuestra capacidad de absorción —concluyó Nikté.

—Ya entendí por qué mi abuelita dice que las frutas y verduras ya no huelen como antes ni saben a nada —recordó Pedro.

—Por eso es preferible la agricultura que emplea sólo abonos orgánicos y protege el suelo, no lo destruye —afirmó Yum Kax—. La agricultura orgánica produce alimentos de origen vegetal (hortalizas, legumbres, frutas, café y demás) y animal (leche, carne, huevos, miel, entre otros, que provienen de animales alimentados con productos orgánicos). Su producción no daña al ambiente ni a los seres vivos. El consumo de alimentos orgánicos es más saludable y ayuda a muchos agricultores a enriquecer los suelos.

—Para generar electricidad o con fines bélicos, varios países emplean la energía nuclear, la cual genera residuos radiactivos que tardan miles de años en volverse estables y provocan cáncer y mutaciones (malformaciones y retraso mental en los hijos de las personas afectadas) —condenó Koy—. Accidentes graves de plantas nucleares como la de Chernobyl, Ucrania, en 1986, y pruebas nucleares de potencias militares como Estados Unidos, Rusia, Francia, Gran Bretaña, China e India, han dejado muchos lugares inhabitables por la radiación.

Como el ingenioso T’ot, el karakoe caracol que convierte lo usado en nuevo, estaba cerca de ahí, se unió al grupo y para ayudar a Pedro a tener una nueva conciencia, dijo:

—Actualmente, las personas compran muchos productos con envases, empaques o envolturas que se vuelven basura porque no sirven para nada. La basura es la mezcla de varios tipos de desperdicios que, por estar revueltos entre sí, se ensucian, maltratan y contaminan. Cada año, miles de toneladas de basura se arrojan en tiraderos a cielo abierto o en barrancas donde es común quemar la basura y verter gases venenosos al aire. También, cuando llueve, el agua arrastra muchas sustancias contaminantes al suelo y a los mantos acuíferos. Los tiraderos de basura producen olores repugnantes y afean el paisaje; atraen moscas, cucarachas y ratas; son fuente de enfermedades respiratorias, digestivas y de la piel.

—¿Cómo evitamos que nuestros desperdicios se conviertan en basura? —preguntó Pedro.

—Separándolos por tipos en forma limpia y ordenada —aclaró T’ot—. Estos objetos no dejan de ser desperdicios pero, al no estar revueltos, pueden reciclarse o reutilizarse. Por ejemplo, algunos frascos o envases de plástico se pueden emplear para guardar alimentos en el refrigerador. Pero recuerda que no debes reutilizar los envases de productos peligrosos como aerosoles, insecticidas o pilas.

”El control de la basura es una tarea que debemos hacer desde nuestro hogar. Para separar los desechos necesitamos un recipiente para cada tipo de desperdicio:
  • Materia orgánica: desperdicios de la cocina y el jardín.
  • Papel y cartón (limpio y seco): hojas sueltas, revistas, cuadernos, cajas, etcétera.
  • Vidrio (limpio y seco): botellas, frascos, vasos, etcétera.
  • Metal (limpio y seco): latas, papel aluminio, ganchos, cacerolas viejas, etcétera.
  • Plástico (limpio y seco): bolsas, envases, tapas, botes, etcétera.
  • Desechos varios (distintos de los demás): cerámica, pilas, hule, telas, brochas, etcétera.
  • Desechos sanitarios: jeringas, algodones, vendas y demás material usado que pueda ser infeccioso.

”Todos estos desperdicios pueden reciclarse, menos los desechos sanitarios, que deben ser incinerados (quemados). Para esto, debes llevarlos a los centros de acopio más cercanos a tu casa. También hay lugares donde te pueden comprar algunos tipos de desperdicio como cartón, aluminio o el PET (polietileno tereftalato) de los envases de refresco”.

—¿Qué es el reciclaje? —preguntó Pedro.

—Es cuando una materia se procesa para utilizarse de nuevo. Al reciclar fierro o vidrio, se funde para producir nuevos objetos con el mismo material —definió T’ot.

”El reciclaje, además de disminuir la basura, genera grandes ahorros y cuida los recursos naturales: si reciclamos una tonelada de papel, no se cortarán 15 árboles ni se utilizarán 28 mil litros de agua”.

—Si tarda miles de años en formarse y es tan importante para la vida, ¿cómo permitimos que le pase esto al suelo, si es un verdadero teso…? —exclamó Pedro, al tiempo de percatarse de que al fin había descubierto en el suelo un verdadero tesoro.

—¡Felicidades, Pedro! Estamos muy orgullosos de ti —dijeron Yum Kax y los karakoes.

—Gracias, Yum Kax y queridos amigos karakoes —exclamó Pedro, muy emocionado—. Sus ecolecciones me han hecho comprender que Lu’um, el suelo, es uno de nuestros más grandes tesoros. ¡Siempre ha estado bajo mis pies y no me había dado cuenta! ¿Qué puedo hacer para protegerlo?



¿Cómo cuidar el suelo?
Suelo estar feliz

Ya era tarde y Pedro les solicitó a Yum Kax y los karakoes que lo acompañaran a dejar la joya al lugar en donde la había encontrado. ¿Recuerdas que Pedro había aceptado devolver el colgante si le mostraban un tesoro más grande? Pues Pedro cumplió y de muy buena gana.

Todos esperaron con él al camión que lo llevaría a su casa. Ahí, los karakoes le obsequiaron un pequeño libro con muchas ecolecciones, el cual comenzó a leer poco después de abordar el autobús. Al final del libro aparecían los siguientes trece consejos para cuidar el suelo:

1. Cuida los árboles y las plantas para que protejan al suelo de la erosión y lo mantengan húmedo y fértil.

2. Emplea sólo detergentes biodegradables (sin fosfatos y nitratos) y evita el uso de limpiadores líquidos, enjuagues y blanqueadores, porque contaminan el agua y el suelo.

3. Evita el uso de pilas porque son muy contaminantes. Si necesitas usarlas, procura que sean recargables o, en su defecto, que no contengan mercurio.

4. Consume productos orgánicos, ya que saben y huelen más rico, no contienen sustancias tóxicas y no se contamina el suelo al producirlos. Puedes identificarlos porque tienen etiquetas que los certifican como orgánicos.

5. Lava muy bien frutas y verduras cultivadas con fertilizantes, pesticidas y demás agroquímicos, para eliminar posibles residuos tóxicos.

6. Utiliza las hojas de papel por ambos lados; emplea con moderación el papel higiénico, pañuelos desechables, servilletas, cuadernos y demás. Así desperdiciaremos menos y no se cortarán árboles para producir más papel.

7. Tira tus desperdicios en bolsas y botes de basura, nunca en la calle, desde el coche y mucho menos en el campo, ríos o barrancas.

8. Antes de desechar las cosas que no necesites (juguetes, ropa, zapatos, entre otros), considera si pueden ser útiles para otras personas. Así disminuiremos nuestros desperdicios y ayudaremos a los demás.

9. Evita el uso de artículos desechables (botellas, platos, vasos, cucharas y demás). Si necesitas usarlos, elige aquellos que tengan el símbolo de reciclable. Esto significa que, una vez desechados, se pueden reprocesar.

10. Cuando saques a pasear a tu perro, recoge sus excrementos en una bolsa y deposítala en el recipiente de los residuos sanitarios.

11. Nunca quemes la basura, mucho menos las hojas secas y ramas, pues sirven para fertilizar el suelo.

12. Promueve en tu hogar la separación de desperdicios (materia orgánica, papel, vidrio y demás) para que no se conviertan en basura. Recuerda que la mayoría puede venderse o regalarse en centros de acopio para ser reciclada.

13. Separa los residuos orgánicos que se generan en tu casa. Con ellos, aprende a elaborar composta para abonar tus propias plantas y mejorar la calidad del suelo.

Al llegar esa noche a su casa, Pedro les contó lo sucedido a sus padres y los convenció para que, a partir de la mañana siguiente, modificaran muchos hábitos en su hogar. Después fue a dormir a su cuarto, pues estaba rendido de cansancio por las peripecias de aquel día que sería inolvidable para él.

Por cierto, el libro que los karakoes le dieron a Pedro es el mismo que ahora estás leyendo. Seguramente también a ti te ayudará a valorar y cuidar ese fabuloso tesoro llamado Lu’um, el suelo.
¡Nos vemos en la próxima eco-aventura!

martes, 24 de febrero de 2015

Tupik, el viento travieso

Tupik, the Naughty Wind
Tupik, the Naughty Wind

TUPIK, EL VIENTO TRAVIESO -ECOLECCIONES DEL AIRE-
Autor del texto e ilustraciones: Rolando Tamayo Rodríguez

Derechos Reservados © 2007, Rolando Tamayo Rodríguez.

Queda estrictamente prohibida, sin autorización escrita del titular del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.



¿Qué es el aire?
La risa de la brisa…

Comienza este relato en una hermosa playa, situada al pie de la antigua ciudad de Tulum, la cual se encuentra en la península de Yucatán. En ese paradisíaco lugar estaban algunos de nuestros amigos, los karakoes: Kin, el águila arpía; Balam, el jaguar; y Zotz, el murciélago zapotero, quienes reposaban sobre la fina y blanca arena después de haber retozado entre las olas azul turquesa del Mar Caribe.

Kin se probaba un sombrero que había elaborado con hojas de palma. Balam descansaba recostado sobre una toalla. Zotz soplaba una concha de caracol marino que había encontrado en la playa, tratando de hacerla sonar.

Así estaban cuando, de pronto, la brisa le arrebató el sombrero a Kin. Sin darle importancia, lo recogió y se lo puso. A los pocos instantes, nuevamente se le voló el sombrero y fue a dar un poco más lejos.

—Ja, ja, ja —rieron Balam y Zotz al ver lo que ocurría.

—Qué extraño, todo está en calma y sólo se vuela mi sombrero… —dijo Kin, algo enfadado, al tiempo que iba a recogerlo para ponérselo otra vez.

—Lo que vuela tu sombrero es el aire —aclaró Zotz—. Le llamamos “aire” a la mezcla de gases que existe a nuestro alrededor.

—¿De qué gases está compuesto el aire? —preguntó Kin.

—El aire está compuesto químicamente por 78% de nitrógeno y 21% de oxígeno —contestó Zotz—. El 1% restante está formado por cantidades muy pequeñas de argón, dióxido de carbono y vapor de agua, entre otros gases.

”Gracias al oxígeno del aire se producen muchas reacciones químicas, como la combustión y todo tipo de oxidaciones”.

—¿Y por qué no podemos ver el aire? —interpeló Kin.

—Una de las propiedades físicas del aire puro es que no tiene color. Tampoco tiene olor ni sabor; es de menor peso que el agua (alrededor de un gramo por litro) y no tiene forma definida —respondió Zotz.

—Si el aire es incoloro, ¿por qué vemos el cielo de color azul? —cuestionó Balam.

—Porque las moléculas del aire difunden en mayor medida las ondas de luz que corresponden al color azul en el espectro de colores —dijo Zotz.

En eso estaban cuando, inesperadamente, el viento le arrebató a Kin otra vez su sombrero; a Balam, la toalla; y a Zotz, la caracola, que, por cierto, no era tan ligera. Todos estos objetos volaron entre los matorrales y se acomodaron, de manera muy graciosa, sobre una estela que estaba cerca de la playa. El sombrero se colocó sobre la cabeza de la figura de piedra; la toalla se acomodó como si fuera su capa; y la caracola flotó a la altura de la boca y comenzó a sonar: uhuuhh, uhuuhh…

—No nos habías comentado estas propiedades físicas del aire —le dijo Balam a Zotz.

—En verdad no las sabía…, ¡a menos que sean nuevas! —sugirió Zotz.

—¡Qué nuevas ni qué nada! —interrumpió Kin—. Esto se debe a algo que no podemos ver ni siquiera nosotros, los karakoes.

—Ji, ji, ji —se oyó una risa que parecía provenir del monumento.

—Lo único que no podemos ver es el aire, porque es transparente —reflexionó Zotz.

—Ji, ji, ji —volvió a reír la estela.

—Sólo hay una manera de saberlo —propuso Kin—. Hay que hacerle creer que no nos interesan sus travesuras, de modo que caminemos hacia la selva. Tengo un plan para descubrir quién es nuestro amigo invisible…



¿Dónde está el aire?
Mmm, ¡huele a chocolate!

Kin, Balam y Zotz continuaron su camino sin hacer caso a las risas de la estela, hasta llegar justo donde estaba un frondoso árbol de cacao.

—Hemos llegado —dijo Kin.

—Hola, queridos amigos, qué gusto que hayan venido —dijo Kakaw, el árbol del cacao, a los karakoes.

—Hola, Kakaw, nosotros también estamos felices de verte —contestaron al unísono Kin, Balam y Zotz.

—Kakaw, venimos a solicitar tu ayuda —dijo Kin—. ¿Podrías obsequiarnos algunos de tus frutos para preparar un delicioso chocolate?

—Deseamos ponerle un señuelo a alguien que ha hecho muchas travesuras, pero que no podemos ver —agregó Balam.

—Ja, ja, ja, ya entiendo. Les daré los más maduros y sabrosos —contestó Kakaw, y dejó caer sus mejores frutos para que los karakoes prosiguieran con su plan.

—Muchas gracias, Kakaw —dijeron los karakoes, y fueron a preparar chocolate de la siguiente manera:

Primero, quitaron la gruesa cáscara a los frutos del cacao. Luego, pusieron a cocer sus semillas hasta formar un líquido espeso de color café, al cual agregaron un poco de aromática vainilla y miel. Para terminar, vaciaron esta mezcla sobre una gran hoja, le dieron forma de barra y la dejaron enfriar para que endureciera. ¡Olía riquísimo!

—¿Podríamos dejar la treta para después y comernos el chocolate? —propuso Zotz.

—¡Jamás! Sólo así sabremos quién es el extraño ser que vuela los objetos —interrumpió Balam.

—Busquemos entre las ruinas un recipiente para guardar el delicioso señuelo —les apresuró Kin.

Al fin encontraron una vasija con tapa y ahí guardaron la barra de chocolate.

—¡Ajum! ¡Qué cansados estamos después de tanto caminar! —dijeron los karakoes, y fingieron quedarse dormidos alrededor del recipiente destapado.

Para entonces, el irresistible aroma había atraído al ente misterioso que, sin pensarlo, se introdujo en la vasija para disfrutar del apetitoso chocolate.

Chomp, chomp, se oía desde el fondo del recipiente.

—Ya está adentro… —musitaron los karakoes, y rápidamente taparon la vasija.

—Eh, ¿quién cerró la entrada? —dijo sorprendido el enigmático personaje.

—Por fin vamos a saber quién eres —dijeron Kin y Balam.

—So… Soy un viento gigante y no me pueden ver… ¡déjenme salir! —gritó el ser invisible.

—No lo haremos hasta que nos digas quién eres —exclamó Kin.

—¡Mi mamá me ha dicho que no hable con extraños! —se oyó desde adentro.

—Entonces no quitaremos la tapa y ahí te quedarás —dijo Balam.

—¡Buaá!, soy Tupik —contestó llorando.

—Se oye que eres muy pequeño, ¿qué haces por aquí? —preguntó Zotz.

—Huí de mi casa porque allá todos me dicen “pequeñín” —sollozó Tupik.

—No está bien que hayas escapado de tu hogar —dijo Kin—. ¿Dónde vives?

—Snif, en la atmósfera —contestó Tupik.

—Cuéntanos cómo es la atmósfera —dijeron los karakoes con mucha curiosidad.

—La atmósfera (del griego athmos, vapor, y sphaira, esfera) es una gran masa de aire que rodea y se mantiene unida a la Tierra por la fuerza de gravedad —explicó Tupik, para que los karakoes supieran cómo era su casa—. De acuerdo con la altitud, temperatura y composición del aire, la atmósfera se divide en cinco capas que son:

  • Troposfera. Es la capa más cercana a la Tierra. Comprende desde el nivel del suelo hasta una altura de entre 10 y 15 kilómetros. Contiene 90% de la masa total del aire y casi todo el vapor de agua. La troposfera es la zona donde se crean los fenómenos meteorológicos que conforman el clima: temperatura del aire, presión atmosférica (peso del aire), vientos dominantes, humedad atmosférica (formación de nubes) y precipitaciones (lluvias, nevadas y granizadas).
  • Estratosfera. Está situada por encima de la troposfera y va de los 15 a los 50 kilómetros de altura. Contiene alrededor de 9% de los gases de la atmósfera, y el aire es seco y frío como el hielo. Aquí se encuentra la capa de ozono, que filtra los rayos del sol y evita que toda la radiación ultravioleta llegue a la superficie de la Tierra y dañe a los seres vivos.
  • Mesosfera. Se encuentra entre 50 y 80 kilómetros de altura. Es el estrato más frío de la atmósfera: su temperatura puede bajar hasta menos cien grados centígrados (-100° C). A diferencia de la estratosfera, la mesosfera no absorbe energía solar. En ella se pueden ver estrellas fugaces, producidas por la caída de meteoritos que emiten luz al rozar la mesosfera.
  • Termosfera o ionosfera. Comprende la zona de 80 a 500 kilómetros de altura. Esta capa se calienta considerablemente porque absorbe gran parte de la energía solar. Tiene gran concentración de iones, que son partículas cargadas de electricidad por la radiación ultravioleta del Sol.
  • Exosfera. Es la última capa de la atmósfera, y se extiende desde 500 hasta alrededor de 700 kilómetros de altitud, donde las escasas partículas de hidrógeno y helio escapan de la gravedad terrestre y se diluyen gradualmente en el espacio.

—Tupik, has demostrado que dices la verdad y te dejaremos salir de la vasija —dijo Kin.

—Con la condición de que te vuelvas visible y no trates de escapar —dijo Balam.

—Queremos saber cuál es tu origen —dijo Zotz.

—Está bien —contestó Tupik—. Prometo hacerme visible y decirles de dónde vengo.



¿De dónde viene el aire?
La familia de Tupik


Tal como acordaron, los karakoes destaparon la vasija para que saliera Tupik, quien era un viento muy pequeño y gracioso.

—Dinos dónde están tus padres para llevarte con ellos —dijo Balam.

—Mamá Ik y papá Ik están alrededor de la cima de la montaña Witz, pero yo no puedo volar tan alto porque... soy muy pequeño —respondió Tupik.

—No te preocupes —dijo Kin--—. Cuando sea necesario, te meterás en la vasija y así te podremos llevar hasta allá.

—¿Y por qué tus padres no vienen por ti? —inquirió Balam.

—Porque son unos vientos gigantes, y si bajaran provocarían grandes destrozos en la selva —les hizo saber Tupik.

—Coméntanos cómo surgió el aire —dijo Kin con gran interés.

—Mi papá me ha enseñado que el aire se creó hace muchos millones de años, con el nacimiento de la Tierra —describió Tupik—. Después de su formación, el interior de nuestro planeta todavía estaba demasiado caliente y propició que la actividad volcánica fuera muy intensa. Esto no solamente originó la formación del relieve de la superficie terrestre; también ocasionó que varios gases que se habían quedado encerrados entre los materiales del planeta, salieran en grandes cantidades hacia la superficie y formaran la atmósfera.

—Y... ¿por qué se mueve el aire? —interpeló Balam.

—Por el movimiento de rotación de la Tierra y las diferencias de presión atmosférica —contestó Tupik.

—¿Qué es la presión atmosférica? —volvió a preguntar Balam.

—La presión atmosférica es el peso del aire sobre una determinada superficie —explicó Tupik—. Pero el aire cambia de peso debido a las variaciones de temperatura: con calor, el aire se expande, pierde peso y asciende. En cambio, con frío, el aire se contrae, aumenta de peso y desciende hacia el suelo. Estas diferencias de presión atmosférica originan las corrientes de aire que llamamos viento.

—Entonces, si hay presiones diferentes, ¡se deben producir vientos con intensidades diferentes! —dedujo Kin.

—Acertaste, Kin —dijo Tupik—. Hay vientos tan pequeños y ligeros como yo, que soy una brisa, y vientos muy grandes y fuertes como mis padres, los huracanes.

”Mis familiares, los vientos, pueden agruparse en dos tipos: los vientos dominantes y los vientos locales.

”Los vientos dominantes son aquellos que se mueven alrededor de la Tierra en una dirección constante, como las corrientes de chorro (o jet streams) y las células de circulación de aire, donde soplan los vientos polares, los vientos del Oeste y los vientos alisios.

”Los vientos locales, a diferencia de los vientos dominantes, no son constantes y su fuerza y dirección pueden variar debido al relieve del terreno o a las diferencias de temperatura entre el día y la noche. Algunos ejemplos de vientos locales son las brisas de mar y de tierra, y los vientos de valle y de montaña.

”Los vientos llevamos el calor y la humedad a diversas partes de nuestro planeta”.

—¿Qué es la humedad del aire? —preguntó Kin.

—Es la cantidad de vapor de agua que hay en la atmósfera —respondió Tupik.

—¿Y podemos ver la humedad del aire? —cuestionó Balam.

—Sólo en algunos casos, como en las nubes —aclaró Tupik—. Las nubes son grandes acumulaciones de vapor que, al enfriarse en las alturas, se convierte en millones de gotitas de agua y cristales de hielo, tan pequeños y ligeros que pueden flotar.

—Los vientos también originan la mayoría de los fenómenos meteorológicos —dijo Tupik.

—¿Qué son los fenómenos “meteorlogs”…? ¡Ya se me trabó la lengua! —exclamó Zotz.

—Los fenómenos meteorológicos son sucesos que se presentan naturalmente en la atmósfera —dijo Tupik—. También les puedes llamar meteoros, que es más fácil.

”Según su naturaleza, hay cuatro tipos de meteoros: hidrometeoros, litometeoros, fotometeoros y electrometeoros.

”Los hidrometeoros son las formas en que el agua se presenta en la atmósfera, como la lluvia, la nieve, la niebla, los tornados y los ciclones (también llamados huracanes o tifones).

”En los litometeoros intervienen partículas sólidas, y pueden ser las tempestades de polvo, las lluvias de barro y las tormentas de arena.

”Los fotometeoros son causados por cambios en la dirección de la luz solar o lunar, como el arco iris, los halos y los espejismos.

”Los electrometeoros son manifestaciones eléctricas como la tormenta, que es una serie de descargas que producen un destello breve e intenso (relámpago), seguido de un estruendo (trueno).

”Bueno, ya les conté bastante sobre el aire —dijo Tupik—. Ya es tiempo de irme, adió...

—¡Tupik! —lo interrumpió Balam—. Ya es tiempo, ¡pero de regresar a casa!

—¡No quiero! —replicó Tupik—. Toda mi familia me dice “pequeñín” y, snif, por eso pienso que no sirvo para nada…

—No importa qué tan pequeño seas —dijo Kin para consolarlo—. ¡Tu función es muy importante en la Naturaleza!

—Vamos, Tupik —le dijo Zotz—. En el camino visitaremos a alguien que te enseñará muchas cosas que te gustarán.



¿Para qué nos sirve el aire?
La clase de Tupik

Tupik y los karakoes se dirigieron al interior de la selva hasta encontrar a Nikté, la orquídea.

—Hola, Nikté, ¿podrías ayudarnos a explicarle a Tupik por qué es tan importante el aire en nuestro planeta? —solicitaron Kin, Balam y Zotz.

—Claro, me encantará enseñarle a este lindo pequeñín —contestó Nikté.

—¿Ya ven? ¡Todos me dicen “pequeñín”! —refunfuñó Tupik.

—Tupik, te decimos así porque eres un vientecito bonito y simpático. Y cuando crezcas ¡serás un viento muy guapo y fuerte! —dijo Nikté, acariciándole la barbilla.

Tupik se sonrojó y, con una sonrisa, aceptó que Nikté le explicara la importancia del aire.

—El aire es un elemento vital para la respiración de animales y plantas. De hecho, sin aire, no hay vida. Podemos vivir más de cuarenta días sin alimentos y unos cuantos días sin agua, pero sólo unos minutos sin respirar.

—En promedio respiramos 18 veces por minuto —dijo Zotz—. Esto quiere decir que respiramos más de 25,000 veces al día, inhalando alrededor de 14,200 litros de aire. Nuestro cuerpo necesita oxígeno en todo momento y lo obtenemos por medio del aparato respiratorio. Al inhalar, introducimos oxígeno en los pulmones y la sangre lo lleva a todas las células de nuestro cuerpo, las cuales lo utilizan para obtener energía de los alimentos. Esta energía es necesaria para efectuar todos los procesos de nuestro organismo, desde los más básicos, como respirar, hacer latir el corazón o dormir, hasta otros más complejos, como pensar, hablar o correr.

”Al exhalar, eliminamos dióxido de carbono (también llamado bióxido de carbono o anhídrido carbónico) porque es tóxico para nuestro organismo”.

—Si los animales respiran oxígeno y desechan dióxido de carbono, ¿cómo es que no se acaba el oxígeno de la atmósfera y se llena de dióxido de carbono? —cuestionó Tupik.

—Muy buena pregunta —dijo Nikté—. Esto es porque el dióxido de carbono lo empleamos los vegetales para realizar la fotosíntesis.

—¿Qué es la fotosíntesis? —preguntó Tupik.

—Es un proceso en el que las plantas aprovechamos la luz del Sol para producir glucosa, que es parte de nuestro alimento —contestó Nikté—. Con la fotosíntesis absorbemos dióxido de carbono y emitimos oxígeno. Por eso es importante que haya muchas plantas, ya que producimos casi todo el oxígeno que respiran los seres humanos y los animales.

—¡Parece que soy importante! —exclamó Tupik.

—Y por si fuera poco, atiende muy bien cuáles son las funciones principales de la atmósfera —dijo Nikté.
  • Mantiene una adecuada temperatura sobre la Tierra e impide los cambios bruscos que la harían inhabitable.
  • Filtra las radiaciones solares nocivas con ayuda de la capa de ozono, que impide que la mayor parte de los rayos ultravioletas del Sol lleguen a la Tierra.
  • Nos protege de la constante caída de meteoritos (cuerpos sólidos provenientes del espacio), ya que la mayoría se desintegra al entrar en contacto con el aire.
  • Completa el ciclo del agua. Cuando se evapora, el agua regresa a la superficie terrestre a través de las precipitaciones (lluvia, granizo o nieve).
  • Ayuda a la agricultura, pues un suelo bien ventilado es necesario para que puedan crecer las plantas y otros organismos que viven en él.
  • El viento es indispensable para que el polen y las semillas se dispersen.
  • El viento es uno de los principales agentes de la erosión, que es el desgaste de la superficie terrestre.
  • Por su fuerza de sustentación, permite el vuelo de aves, insectos y animales planeadores, así como de aviones y globos inflados con gases ligeros.
  • Es un excelente medio para difundir la luz y el sonido. Gracias al aire podemos hablar, escuchar y percibir los olores.
  • El oxígeno permite la combustión de las materias (carbón, madera, gasolina, entre otros) para obtener energía.
  • La ionosfera es vital para las telecomunicaciones, ya que sin ella las ondas de radio viajarían en línea recta y no se reflejarían para regresar a la superficie. De esta manera podemos recibir los mensajes trasmitidos hasta en los sitios más lejanos de nuestro planeta.
  • El viento produce la energía eólica, la cual se emplea para impulsar embarcaciones de vela, mover molinos de viento y producir electricidad, entre otros usos.

—Por todo esto, debemos procurar que el aire esté limpio —explicó Nikté.

—Sí, cuidemos la calidad del aire en las ciudades —exclamó Zotz.

—¿La qué…? —preguntó Tupik.



¿Cómo es el aire de las ciudades?
La tarea de Tupik

Fueron todos a la orilla de un estanque. Estaba oscureciendo y vieron unas pequeñas lucecitas volando.

—Ahí está Kokay —dijo Nikté—. ¡Kokay, Kokay!, ¡ven a conocer a Tupik, el viento travieso!

Al instante se acercó Kokay, la luciérnaga, volando como una luz intermitente.

—Hola, pequeñín —exclamó Kokay.

—¡No soy pequeñín! —rezongó Tupik.

—¡Ja, ja, ja! —rieron Kin, Balam y Zotz.

—Tupik desea que le enseñes alguna actividad divertida, mediante la cual pueda descubrir qué es la calidad del aire —dijo Nikté.

—Claro, Tupik —afirmó Kokay—. La calidad del aire es su grado de limpieza o pureza. Cuanto más limpio esté el aire, mayor será su calidad.

—Entonces todo el aire tiene mucha calidad porque es transparente… —dijo Tupik—. Y si es transparente, ¡es porque está muy limpio!

—Comprobemos si está limpio el aire que nos rodea haciendo un divertido experimento —dijo Kokay.

—Tomemos tres vasos de plástico transparente, vaselina, cinta adhesiva y un lápiz. Con estos materiales haremos colectores de partículas y los pondremos en tres sitios diferentes. Por ejemplo: en el bosque, en una avenida transitada y en una fábrica de la ciudad.

”Para hacer un colector, unta una capa delgada de vaselina en el exterior del vaso. Anota el nombre del sitio donde se hará cada prueba en un pedazo de cinta adhesiva y pégala dentro del vaso.

”Dejaremos bien asegurados los colectores en los lugares escogidos, para que no se los lleve el viento, y los revisaremos mañana por la tarde para saber cuántas partículas se adhirieron a la vaselina.

”Si lo deseas, puedes dejar los colectores por más tiempo y revisarlos diariamente. En caso de lluvia, protege los colectores que puedan mojarse.

”Recuerda cómo era la superficie del vaso cuando untaste la vaselina, y cómo se ve un día o una semana después.

”Marca un cuadrito de un centímetro por lado en cada vaso. Si hay 30 o menos partículas visibles en el cuadrito, el aire está prácticamente libre de partículas contaminantes. Si hay más de 200 partículas, el aire está muy contaminado”.

A la tarde siguiente, Tupik y los karakoes fueron a recoger los vasos colectores para revisar cuántas partículas había en el aire de los sitios elegidos para el experimento.

—Tupik, ya puedes comparar la cantidad de partículas que hay en cada colector —dijo Kokay, al tiempo que le daba una lupa y alumbraba con su luz (de luciérnaga) el interior de cada colector, para que pudiera observar más detalladamente las partículas.

Con asombro, Tupik comprobaba que había grandes diferencias entre la calidad del aire de cada lugar.

—¿Por qué hay más partículas en los colectores de la avenida y de la fábrica que en el del bosque? —preguntó Tupik.

—En esos lugares hay más partículas en el aire porque tienen un mayor grado de contaminación —contestó Kokay—. Le llamamos contaminación a todo lo que ensucia el ambiente y hace que la calidad del aire sea menor. La calidad del aire depende de dónde nos encontremos: desde un aire altamente oxigenado en la orilla del mar, hasta el aire contaminado de las ciudades, que contiene gases de mayor o menor toxicidad y partículas contaminantes como polvo, cenizas, cemento o polen.

—¿Por qué se ensucia el aire en las ciudades? —inquirió Tupik, muy preocupado.



¿Por qué se contamina el aire?
La tristeza de Tupik

—El hombre ha desarrollado procesos industriales para generar riqueza y hacer su vida más cómoda, pero no tomó en cuenta que esto generaba desechos. La contaminación atmosférica es la acumulación de sustancias que alteran la calidad del aire y causan efectos nocivos a los seres vivos y a los materiales —dijo Zotz—. Estas sustancias se generan principalmente por las emisiones de los medios de transporte y las industrias, los malos olores de los basurales, la quema de basura, los incendios forestales y las fumigaciones aéreas.

”Los principales contaminantes del aire son: monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno, los hidrocarburos, el bióxido de azufre, el ozono y las partículas suspendidas (cenizas, cemento, plomo, esporas y polen, entre otros)”.

—¿Y qué sucede cuando estos contaminantes están en el aire? —preguntó Tupik.

—Estos contaminantes generan graves consecuencias en la atmósfera, como el smog y la lluvia ácida —explicó Zotz.

—El smog ácido (del inglés smoke, humo, y fog, niebla) es una tupida niebla formada por el estancamiento de pequeñísimas gotas de agua, partículas y ácido sulfúrico.

”El smog fotoquímico es una bruma pardusca que se produce frecuentemente en las grandes ciudades, al reaccionar los óxidos de nitrógeno y los hidrocarburos bajo los efectos de la luz solar, principalmente durante las mañanas.

”Las lluvias ácidas se originan cuando el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno se combinan con el agua de las nubes y forman ácido sulfúrico y ácido nítrico. El viento lleva las nubes contaminadas a grandes distancias donde, al llover o nevar, esparcen estos ácidos en la superficie, causando graves daños en el ambiente, sobre todo, en bosques y lagos. Además, los ácidos corroen los monumentos y edificios de piedras calcáreas (que contienen cal u óxido de calcio) —finalizó Zotz.

—¿Cómo afecta a la Naturaleza la contaminación atmosférica? —quiso saber Tupik.

—Ha alterado los fenómenos naturales de la inversión térmica y el efecto invernadero, y también ha reducido la capa de ozono —dijo Zotz—. A continuación te lo explicaré:

Inversión térmica. Este fenómeno sucede al iniciar la mañana, especialmente en invierno, cuando una capa de aire caliente no permite que suba otra de aire frío, dejándola atrapada contra la superficie. En la Naturaleza, este hecho ocurre sin problemas; pero, en una ciudad, el aire contaminado no logra dispersarse en las alturas y puede causar grandes desastres. Tal fue el caso de Londres, Inglaterra, donde en 1952 fallecieron más de dos mil personas por estar expuestas al smog ácido durante cinco días.

Efecto invernadero. Es un fenómeno natural que tiene este nombre porque, al igual que en un invernadero, la atmósfera actúa como un cristal en el cual los rayos solares penetran para calentar la superficie terrestre. Una parte del calor se refleja y escapa al espacio. Otra parte del calor la absorben los gases atmosféricos, como el dióxido de carbono y el metano. Sin embargo, al incrementarse estos gases por la contaminación atmosférica, se da una mayor absorción de calor y aumenta la temperatura de la Tierra. El fenómeno resultante se llama calentamiento global. Se piensa que el incremento de calor creará graves alteraciones climáticas al derretir parte del hielo de los polos y elevar el nivel del mar.

Reducción de la capa de ozono. La capa de ozono absorbe la radiación ultravioleta del Sol y nos protege de sus efectos perjudiciales, como el cáncer de piel. Algunas sustancias químicas hechas por el hombre, como los clorofluorocarbonos (CFC), destruyen el ozono y han adelgazado mucho un área de esta capa sobre la Antártida, en el Polo Sur.

—¿Cómo afecta a nuestra salud la contaminación del aire? —cuestionó Tupik.

—Los más afectados son los bebés, los niños, las mujeres embarazadas, los ancianos y los enfermos del pulmón y del corazón —dijo Zotz—. Sin embargo, todas las personas se ven afectadas, principalmente en su sistema respiratorio.

”El monóxido de carbono ocasiona dolor de cabeza y problemas cardiovasculares, además de reducir la capacidad de la sangre de llevar oxígeno a las células.

”Los óxidos de nitrógeno y de azufre producen asma, bronquitis crónica e irritación de ojos, nariz y garganta.

”El ozono es una variante del oxígeno que, cuando está en la estratosfera, nos protege de la radiación solar pero, a una altura menor, afecta los tejidos animales y vegetales.

”En los espacios cerrados, como casas, oficinas o restaurantes, existe el aire confinado, donde alfombras, cortinas o aire acondicionado propician que respiremos bacterias, ácaros alergénicos o humo de cigarro, entre otros contaminantes”.

—¿Fumar contamina el aire? —preguntó Tupik.

—La persona que fuma no sólo contamina el aire que respira, sino también el de las personas que están a su alrededor. Además de mal aliento, el hábito de fumar puede causar enfisema pulmonar y cáncer de pulmón —afirmó Zotz.

—La contaminación atmosférica disminuye el crecimiento de las plantas, destruye los tejidos de sus hojas y las decolora —dijo preocupada Nikté.

—Además, disminuye la visibilidad y afea los paisajes —dijo Kin.

—Otra forma de contaminar el aire es la contaminación sonora o acústica —dijo Zotz—. Los sonidos molestos, como el de los cláxones, las motocicletas y las fiestas ruidosas, lesionan nuestros oídos. Estar expuestos continuamente al ruido puede ocasionarnos trastornos nerviosos, falta de concentración y sordera permanente.

—La contaminación no tiene fronteras —dijo Balam—. Los vientos dispersan los contaminantes por todo nuestro planeta, afectando regiones enteras. ¡Hasta se ha encontrado plomo en el pelaje de los osos polares!

Tupik se puso muy triste y comenzó a llorar.

—Bua, bua, ¡no quiero contaminarme!

—Calma, Tupik —le dijo Zotz—. Tú, por ser pequeñín y no estar contaminado, puedes enseñar a los adultos a respetar a Nuestra Madre Tierra.

—Aunque sea pequeño y travieso —dijo Tupik—, ¡quiero ir a casa y ayudar a limpiar la atmósfera!



¿Cómo cuidar el aire?
Tupik vuelve a casa

Al día siguiente, muy temprano, los karakoes llevaron la vasija, con Tupik adentro, a la cumbre de la montaña Witz para reunirlo con su familia. Recuerda que, aunque podía descender, Tupik no podía volar a grandes alturas porque era muy pequeño.

En la cima de la montaña lo esperaban sus padres, los vientos mayores, quienes, a su vez, no podían descender a las partes bajas porque, con su fuerza y tamaño, provocarían grandes destrozos en la selva.

—¡Mamá, papá, he vuelto! —exclamó Tupik. Y se abrazaron muy felices por estar juntos de nuevo.

—Queridos karakoes, muchas gracias por haber traído a mi “pequeñín” —dijo mamá Ik.

—Estoy seguro de que esta aventura te ha enseñado muchas ecolecciones inspiradoras —dijo papá Ik.

—Así es, papá —contestó Tupik—. Ahora sé que el aire es esencial para la vida. Por eso, ¡quiero cuidarlo desde pequeño!

—Muy bien —dijo mamá Ik—. Ya que conocemos su importancia, cantemos y practiquemos, con nuestros familiares y amigos, trece maneras de proteger el aire:

1. Evita usar el coche en viajes cortos o cuando no sea necesario. Siempre que sea posible, utiliza el transporte público, la bicicleta o camina a los lugares cercanos.

2. Prefiere tener un auto pequeño de cuatro cilindros, porque gasta menos gasolina. Mándalo afinar y verificar en el tiempo indicado y respeta las restricciones vehiculares.

3. Comparte tu auto con vecinos o amigos que vayan por la misma ruta o al mismo sitio.

4. No estaciones tu auto en doble fila, porque entorpece el tráfico y aumenta la contaminación. Apréndete y cumple el reglamento de tránsito.

5. Planea tus salidas para llegar tranquilamente a tu destino. Al manejar sin prisa, reducirás el consumo de gasolina y el riesgo de sufrir accidentes.

6. Mantén limpios y en buen estado estufa, calentador y su tubería, para que consuman menos gas y no tengan fugas. Si sales de viaje, apágalos y cierra sus llaves de paso.

7. Conservemos limpios nuestros hogares, para no usar insecticidas ni venenos. Recuerda que cucarachas, hormigas y ratas buscan su alimento en los lugares sucios.

8. Para no arrojar clorofluorocarbonos (CFC) a la atmósfera, evita en lo posible usar el aire acondicionado del automóvil; no adquieras productos de unicel, porque al fabricarse generan estos gases; y compra sólo aerosoles que indican específicamente que no dañan la capa de ozono.

9. Si alguien fuma cerca de ti, solicítale que no lo haga o aléjate, porque te obliga a respirar aire contaminado.

10. No quemes hojas, basura u otro material, ya que su combustión contamina la atmósfera. Tampoco acumules basura en espacios abiertos, porque produce malos olores.

11. Siembra un árbol y cuídalo mucho. Juntos ayudarán a mejorar la calidad del aire. Y si plantamos árboles en calles de mucho tránsito, además de generar oxígeno, reducirán los ruidos molestos.

12. Para cuidar tus oídos, evita el uso de audífonos, accionar el claxon innecesariamente o escuchar música con el volumen muy alto. Toma en cuenta el ruido que haces y cómo afecta a los demás.

13. Exige que todas las acciones del gobierno y las industrias estén dirigidas a proteger y respetar el ambiente. Ningún interés económico es más importante que nuestra salud y la de Nuestra Madre Tierra.

—Adiós, familia Ik, siempre los respira… digo, recordaremos —dijeron los karakoes y regresaron muy contentos a la selva.

Ahora sabes que si el viento te vuela algo o hace alguna travesura, es porque Tupik está cerca de ti.
¡Nos vemos en la próxima eco-aventura!